Twitter: @HadaCosquillas
Hoy por la mañana desperté preguntándome ¿qué me hace realmente feliz? Llevo ya un buen rato estudiando el tema de la felicidad, desde la psicología positiva, la filosofía, el budismo y diferentes posturas espirituales, religiosas y chamánicas, curiosamente todas coinciden en el hecho de que la felicidad está en uno mismo.
La felicidad está en uno mismo.
De pronto, me asaltó la imagen de mi misma por años corriendo como un perrito tras su propia cola y es que la felicidad tiene su quid, su esencia y tal esencia la poseemos desde que nacemos así como la inteligencia o las habilidades que poseemos.
¿Será entonces que la felicidad es una habilidad? O mas bien ¿hay que se hábil para ser feliz?

Tras algunas ideas que he ido conociendo sobre el tema, me atrevo a decir que sí, que en efecto, hay que ser hábil para ser feliz. Lamentablemente no nos enseñan esta habilidad, insisto en que en las escuelas debe haber una materia dedicada a enseñarnos de qué va felicidad, en qué consiste realmente y por qué sí es posible que todos los seres humanos seamos felices independiente de las circunstancias en las que nos encontremos. Basta ver el ejemplo de Viktor Frankl a quien el hecho de estar en un campo de exterminio no fue impedimento para que él encontrase un sentido en su vida y como él muchos.
Cuando comencé a estudiar el tema, uno de los primero textos que leí fue el de La auténtica felicidad de Martin Seligman, el padre de la psicología positiva, en este texto el menciona un estudio que se hizo a dos personas (quizá ya hayan oído sobre el mismo) una se gana la lotería y otra tiene un accidente que le deja cuadrapléjico y al cabo de unos meses resulta que la curva de felicidad era exactamente idéntica, lo cual demostró que la felicidad no se encuentra en lo externo como el ganarse la lotería y que la capacidad adaptativa del hombre es tal que le permite aprender a ser feliz a pesar de las circunstancias. Después de haber conocido estos ejemplos y otros más, realmente me sentí avergonzada pues en varias ocasiones por mucho menos o por mi poca disposición para aceptar la pérdida de un ser querido, yo lograba realmente sentirme muy infeliz.
¿Te ha pasado? ¿Te has dejado llevar por la ola de acontecimientos externos al grado que determinan tu estado anímico?
A mí sí, confieso que ha habido días que una lluvia, algo que en definitiva no depende de mi, he permitido que me arruine el día pero también ya he aprendido que yo decido cómo tomarme los días lluviosos y es justo esta la habilidad de la que hablo para lograr ser feliz, la habilidad de aceptar la realidad como es y de dejar de interpretar las cosas desde una vía trágica o pesimista. Ahora trato de estar más atenta en cómo interpreto las circunstancias y puede que un día lluvioso lejos de arruinarme el día me lo componga, todo es cuestión de interpretación como decía el gran Nietzsche pero tenemos que tomar en cuenta de qué tipo de interpretación es la que hacemos.
Sin embargo, esto es una empresa que nunca termina, hemos sido educados para identificar lo malo por encima de lo bueno y por ende, nuestro cerebro está más entrenado a detectar lo que no va bien. En mis entrenamientos es justo en lo que trabajamos pues considero de vital importancia que comencemos a deconstruir nuestra propia percepción del mundo y por ende, nuestro habitar en él. Si comenzamos a tratar de entrenarnos para concebir el mundo tal como es, sin prejuicios y etiquetas, seremos más bondadosos con el mundo pero principalmente con nosotros mismos, el cambio real se da desde lo intrínseco hacia lo extrínseco por consiguiente, seguir esperando que la felicidad devenga desde el exterior es simplemente un derroche de tu propia existencia.
Seguir esperando que la felicidad devenga desde el exterior es simplemente un derroche de tu propia existencia.
Sin duda es un arduo trabajo pues lamentablemente no es magia, pero lo que si puedo ya asegurar por experiencia personal, es que cuando se es consciente de ello, de que la felicidad depende de uno mismo, entonces de pronto una gran carga social se va por arte de magia (esa sí), pues comenzamos a vivir más en función de lo que decía el gran sabio Píndaro “ser lo que debemos ser”. Así que hoy al preguntarme ¿qué es lo que realmente me hace feliz? En este momento, en este día, en este instante: respirar, algo que curiosamente damos por sentado y hacemos de modo inconsciente.