Twitter: @AGuerreroMonroy
La comunicación política no sólo se centra en analizar la forma con la cual los gobiernos emiten información a través de los medios de comunicación masiva y cómo se construye el discurso de los gobernantes hacia los ciudadanos. Hoy en día, -ante la boga de las redes sociales y una creciente importancia hacía lo que es la imagen, el discurso, la persuasión y otros elementos que convergen en el desarrollo de estrategias para convencer a los ciudadanos por cual candidato votar o en su defecto, aceptar y respaldar políticas públicas emanadas del gobierno-, la comunicación política ha modificado sustancialmente su estudio y su ámbito de acción.
Como ejemplo, a mis alumnos de la asignatura Mercadotecnia Política les explico que los nuevos medios de comunicación masiva –basados en comunicaciones virtuales- son mas democráticos porque abren la posibilidad de consumo a mas personas.
Como sabemos, el reforzamiento de un candidato o candidata en redes sociales es formidable, porque se reproducen las menciones en Twitter o Facebook sobre una frase o adoptando una posición respecto a un tema.
En las campañas electorales esto resulta primordial para obtener un mayor número de adeptos y posibilita para incidir en el comportamiento y simpatía de electores y gobernados.

Basta recordar que en la nominación como candidato de Donald Trump, la influencia de las redes fue decisiva para que lograra obtener el aval del Partido Republicano y posteriormente la victoria electoral.
En este contexto, las redes sociales han tomado enorme relevancia la comunicación y el discurso político, el cual también en esta lógica de una buena construcción de imagen, figuras políticas tradiciones se encuentran en franco ascenso a la escena política.
Los factores que inciden son conocidos. La crisis de los partidos políticos tradicionales en las democracias (emergentes y consolidadas) del mundo, ha derivado en la emergencia de “candidatos populares” provenientes de entornos mediáticos, particularmente de aquellos relacionados con el entretenimiento: deporte, cine artes, etc.
Como apunta Mark Wheeler en su libro Celebrity Politics, el uso de actores, deportistas o comunicadores está experimentando un auge sin precedentes.
A lo largo de la historia siempre ha habido lugar para los famosos en la política. En la vieja Roma de las legiones, el ejército proporcionó celebridades para dirigir el Imperio. En nuestras “democracias de audiencia” hemos tenido a personajes como Ronald Reagan, Schwarzenegger, John Gavin (exembajador de EE.UU. en México), el astronauta John Glenn (senador norteamericano que regreso al espacio con 77 años) y muchos más. En nuestro país los nombres son conocidos.
En el trasfondo de todo ello, el auge de la denominada celebrity politics revela una creciente insatisfacción de los ciudadanos con la política profesional y la consecuente pérdida de credibilidad en aquellos líderes que se identifican como profesionales de la política.
Los celebrities son populares y conocidos, los que en los nuevos tiempos de retóricas populistas y lógicas plebiscitarias, proporcionan a la contienda política en algunos casos un relato mejor adaptado al electorado menos politizado.
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