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Si se miden pesadumbres ¿cuál será más llevadera: el luto por corto tiempo o el ascua entre el ¿“sí” y el “no”? 

Daniel Sada

Se busca, desapareció el 19 de enero de 2019 del municipio de Chimalhuacán, Estado de México. Edad, 11 años. Mujer. Quería ser futbolista. No volvió a salir con vida del cibercafé. Su nombre, Giselle.

El Estado de México, estado de la tarjeta rosa, estado que gobierna Alfredo del Mazo Maza y que penosamente ostenta el primer lugar de feminicidios de 2018, de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública. El bastión electoral más sólido del PRI. La entidad donde el valor de una mujer se reduce a prácticamente cero.

Funeral de Giselle Fuente: Cuartoscuro

Hace poco más de una década leíamos los casos de las Muertas de Juárez, tan lejanos, tan en la frontera que nuestra visión centrista de nación nos permitía decir “pobres de ellas” sin que hubiera una acción significativa de las autoridades.

En la actualidad, la frontera de los feminicidios extendió sus líneas por todos los rincones de México o tal vez, siempre estuvo ahí, pero nos empeñamos en ignorarlo.

Giselle, un nombre que extiende la lista de niñas que son víctimas de una sociedad que se dice de avanzada en los temas de violencia de género, pero que permite el asesinato de nueve mujeres al día, según estimó ONU Mujeres.

Y el fiscal general de justicia mexiquense, Alejandro Jaime Gómez Sánchez, advierte:

“Tenemos que hacer un proceso con una pena que sea ejemplar, que haga que este tipo de eventos no vuelvan a suceder en esta entidad”.

Al anunciar que solicitarán cadena perpetua, palabras que prometen mucho sin resolver a fondo: al menos 6 de cada 10 mujeres ha enfrentado un incidente de violencia y 41.3 por ciento ha sido víctima de violencia sexual.

Que Roberto ‘N’ se pudra en la cárcel. ¿Y luego? ¿Eso devolverá a Giselle a la vida? ¿Así de mágico se resuelven los altos índices de asesinatos en el Estado de México? ¿Dónde queda la reconstrucción del tejido social? Lamentablemente, no va a pasar ni medio año cuando volvamos a ver letreros de ‘se busca’ en las calles, cientos de rostros de niñas que no pueden salir a realizar sus actividades cotidianas sin el temor de ser secuestradas, violadas, mutiladas, desaparecidas o entregadas a la trata.

Cuando leo una de estas noticias, no puedo evitar pensar en mi madre y mi hermana, quienes también son habitantes del Estado de México; día a día se suben al transporte público, caminan por las calles con miedo de ser atacadas y no hay de otra porque “hay que salir a trabajar, ni modo, ¿qué se le puede hacer?”

Urge legislar a nivel federal mayores iniciativas de ley que brinden protección y justicia a las mexicanas: elevar las penas contra quien cometa feminicidios, que el aborto sea legal en todos los estados; apostar por programas de empoderamiento y emprendimiento de la mujer, desarrollar acciones de inteligencia en el combate a las redes de trata, en vez de proponer un toque de queda para las mujeres…

Giselle, todas las Giselle que jamás volvieron a casa son el gran pendiente del gobierno de Alfredo del Mazo, nuestra gran deuda como sociedad y la necesidad de reconstrucción de los valores de justicia que debemos exigirle, de paso, al gobierno federal.