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Sobre la Mesa
La semana pasada entrevisté a Pedro César Carrizales ‘El Mijis’ para El Economista. De él, sólo conocía lo que han publicado los medios de comunicación sobre su historia como ‘chavo banda’ y su activismo para prevenir el delito y promover la reinserción social. La plática me ayudó a entender sus causas y sacar una conclusión: en la medida que más ‘Mijis’ se involucren en política, este país podría cambiar.
Primero, querido lector, quiero aclarar que esta columna no es para ensalzar al diputado local de San Luis Potosí, pero sí para ejemplificar que en la política se necesitan personas que conozcan los problemas de fondo.
Durante la charla, Carrizales me comentó que sacará sus propuestas adelante sin seguir una línea, no tiene un apellido que arriesgar y tampoco le importa si su carrera política se termina, pues el objetivo es aprovechar los tres años en el Congreso de San Luis Potosí y luchar por lo correcto, al menos lo que considera así y que le ha dado resultados.
Lo de los apellidos es muy cierto. En nuestro México mágico hay ciudades y estados enteros en los que las personas siguen votando por los apellidos de siempre, podríamos citar algunos ejemplos como los Velasco o Albores en Chiapas; los Yunes de Veracruz; los del Mazo en el Estado de México o los Murat en Oaxaca.
Un caso reciente, el gobernador de Tabasco, Adán Augusto López Hernández es cuñado del gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón, esposo de Rosalinda López Hernández, administradora general de Auditoría Fiscal Federal del SAT.
Así, encontramos familias enteras involucradas en la política y que siguen teniendo el poder gracias al apoyo ciudadano, en algunos casos.
‘El Mijis’ tiene quince años trabajando la prevención del delito y reinserción social con ‘chavos banda’ de San Luis Potosí. Sabe de lo que habla al proponer seguridad social para reclusos y exreclusos. Él viene de ese mundo y lo conoce.
La iniciativa de ‘El Mijis’ tiene varios fines:
Si un recluso tiene acceso a IMSS e Infonavit, en primera instancia, su seguro médico se descontará de su sueldo; es decir, ya no será una carga para el Estado.
Por otra parte, si durante el tiempo en el que trabaje dentro del penal puede sacar una casa, aunque sea pequeña, cuando obtenga su libertad tendrá un patrimonio por el cual trabajar y muchas probabilidades de que su familia no se haya desintegrado.
No todos los expresidiarios quieren reincidir cuando quedan en libertad, muchos buscan corregir su camino por una razón sencilla: no quieren regresar a la cárcel.
Según especialistas, cuando un recluso sale de prisión y busca una reinserción social se enfrenta a problemas como la soledad – sus familiares y amigos lo abandonaron –, pocas posibilidades de trabajar porque tienen antecedentes penales y sin un hogar a donde ir. Con este panorama, hay más posibilidades de que busquen ayuda con los contactos que hicieron dentro del penal.
En términos prácticos, las faltas de condiciones para la reinserción social contribuyen a la reincidencia del delito.
Pedro César Carrizales conoce el mundo y la realidad de los ‘chavos banda’, la propuesta de seguridad social que presentará antes de junio ante el Congreso de la Unión es resultado de sus aprendizajes en ese contexto difícil de los jóvenes de barrios.
La política mexicana está llena de personas que no conocen las realidades de la población y eso ocasiona que las soluciones no siempre sean las mejores. Un ejemplo, es la Comisión de Salud del Senado en el 2015, integrada por 13 legisladores, de los cuales, sólo seis tenían formación médica.
En la medida que las personas como ‘El Mijis’, que no tienen una carrera política que arriesgar, que conocen las realidades para las cuales están proponiendo soluciones, se involucren en política nuestro México podría ser distinto.