Twitter: @MauricioAceves
“Hemos derrotado al Estado Islámico (ISIS) en Siria, mi única razón para continuar ahí durante mi Presidencia”.
Poco menos de 140 caracteres escritos por el presidente Donald Trump a finales de diciembre, breves palabras que conjugadas con el retiro del secretario de Defensa James N. Mattis pueden representar la caída de la última columna de los intereses de Estados Unidos en Siria y con ello uno de los mayores repliegues de tropas norteamericanas en la historia reciente, más por el significado que por el número de activos.
La geopolítica suele explicase a través de juegos de suma cero, es decir, la influencia que pierde un actor es influencia que gana otro, el poder no desaparece; el repliegue militar también fue un repliegue político, en una región donde convergen múltiples intereses dispuestos a llenar esos vacíos de poder.
We have defeated ISIS in Syria, my only reason for being there during the Trump Presidency.
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) December 19, 2018
Desde el punto de vista militar y de las Relaciones Internacionales no existe una hipótesis que cubra razonablemente la totalidad de las interrogantes, una retirada a destiempo en toda campaña militar representa naturalmente un error geoestratégico, en este caso abre la posibilidad de que un ISIS diezmado y en proceso de extinción se reagrupe ante la ausencia de la fuerza militar de mayor peso político en la región, por otro lado favorece al presidente Sirio Bashar Al Assad, que históricamente ha sido aliado ruso y cuyo gobierno en numerosas ocasiones fue señalado por Estados Unidos como antidemocrático y represivo; Irán también se ve beneficiado, ya que aprovechará cualquier circunstancia de inestabilidad para incrementar su influencia en la región.
Las implicaciones de estas acciones tendrán efecto en el corto plazo para Rusia, Bashar Al Assad e Irán (entre otros múltiples jugadores), pero también ha sido un sismo en los propios aliados de Estados Unidos.
Ninguna circunstancia justifica dejar atrás a un aliado, en el caso de la intervención en Siria, Estados Unidos lideraba las fuerzas de la coalición occidental, siendo probablemente la salida de las tropas estadounidenses el inició de un efecto dominó de las fuerzas francesas y británicas, lo que fue un repliegue de 2 mil elementos norteamericanos, ocasionará la retirada del bloque occidental de Siria en el mediano plazo.
Estados Unidos tiene los recursos para mitigar los errores geoestratégicos militares, sin embargo, no es así con los retrocesos políticos debido a su bajo capital diplomático. El desentendimiento de Estados Unidos en Siria puede contribuir a que sus aliados pierdan consecuentemente su influencia en Medio Oriente ante Rusia y con ello comprometer sus intereses y seguridad nacional, e incluso a generar mayor distanciamiento (en las relaciones ya desgastadas) entre EE. UU. y sus aliados en otras regiones del mundo, o aún peor, abrir la posibilidad de la apertura de estos ante fuerzas contrapuestas. Ganar la confianza de un actor del escenario internacional es difícil, pero recuperarla una vez que se perdió es una tarea sumamente complicada -véanlo ustedes en sus relaciones personales-.
El muro de la desconfianza es una estructura que no requiere de recursos financieros y en el último año han sido levantados muchos de ellos, algunos frente a las puertas de aliados tradicionales. En palabras del exsecretario Mattis:
“[…] Mientras Estados Unidos siga siendo la nación indispensable del mundo libre, no podemos proteger nuestros intereses ni cumplir nuestro papel de manera efectiva sin mantener fuertes alianzas y sin mostrar respeto a nuestros aliados […]”.