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Sobre la mesa

El plan de combate al huachicol – robo de combustible – de Andrés Manuel López Obrador ha tenido efectos secundarios como desabasto en algunas gasolineras; eso es una realidad, quizá no tan magnificada como se percibe con algunos encabezados, pero sí hay falta de gasolina en algunos puntos.

La estrategia del presidente incluye el cierre de ductos para detectar en qué partes están las ordeñas y repararlos, esto ha provocado desabasto. La declaración de AMLO sobre la complicidad de funcionarios de Pemex en el robo de combustible confirma lo que siempre se sospechó, porque para romper un ducto sin conocimientos técnicos incrementa el resigo de una explosión.  

Al gobierno de López Obrador le ha faltado una mejor comunicación para explicar situaciones como los barcos cargados de gasolinas que se encuentran varados en costas de Tuxpan y Coatzacoalcos esperando el momento de descargar.

El plan de AMLO ha sido criticado por muchas voces, especialmente en la oposición dentro del PAN y el PRI, estos dos últimos partidos no tienen la autoridad moral para hablar del tema, pues el huachicol creció bajo sus sexenios.

Con base en los reportes de tomas clandestinas de Pemex, en el 2001 – sexenio de Vicente Fox – había 132 tomas clandestinas. Felipe Calderón recibió el país con 213 ordeñas de ductos y cerró su sexenio con mil 361.

El expresidente tuiteó que en su administración se combatió el huachicol sin afectar a terceros y agregó, que el problema era 10 veces menor al actual, eso es cierto, pero si no pudo acabar con el robo de combustibles cuando no estaba tan disparado como en los meses recientes, sin duda su plan tampoco fue el correcto.

De las mil 361 tomas clandestinas que había en México cuando Enrique Peña Nieto comenzó su sexenio, para 2017 habían 10 mil 363. Tan sólo hasta octubre de 2018, se reportaron 12 mil 581. Bajo la gestión Peña, el huachicol creció como una industria que generó pérdidas de alrededor de 35 mil millones de pesos al año, según una declaración del entonces secretario de Hacienda, José Antonio González Anaya, en noviembre pasado.  

Sólo para contrastar números: 

El presupuesto de la UNAM para 2019 es de 39 mil 778 millones. Las pérdidas por robo de combustibles representan casi los recursos de la máxima casa de estudios.

Hasta el momento Enrique Peña ha sido mesurado y no ha criticado, es lo menos que puede hacer después de permitir el incremento descomunal. Sin embargo, legisladores federales priistas como Enrique Ochoa Reza y Manuel Añorve han criticado el plan de combate al huachicol de AMLO cuando la estrategia del anterior sexenio de extracción priista fue fallida, si es que existió.

Lo mismo ocurre con legisladores federales panistas como Gustavo Madero o Xóchitl Gálvez. La estrategia de Obrador ha ocasionado otros problemas, eso nadie lo discute, pero si hay voces que no tienen derecho a calificar como plan fallido las decisiones del nuevo Gobierno son los priistas y panistas, pues los números confirman que no pudieron con el paquete y dejaron crecer el problema.

Las críticas no son malas, pero en el caso del PRI y el PAN, primero tendrían que dar una explicación del por qué no pudieron acabar con el huachicol, antes de ponerse la camiseta de defensores de la nación en un tema tan delicado que, al menos en resultados, no le dieron la importancia que merece.