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Según el diccionario Oxford, el cáñamo o (hemp) es una planta de tallo recto, erguido y hueco, de corteza interna fibrosa, hojas opuestas y divididas en hojuelas y flores masculinas agrupadas en racimos y femeninas en inflorescencias; puede alcanzar hasta dos metros de altura, tiene una diversidad de aplicaciones como: el aprovechamiento de fibras, la obtención de semillas, la extracción de aceite, celulosas y materiales leñosos. Se le denomina de manera popular al hemp como; la planta macho del cannabis y se argumenta que fue una de las fibras textiles más resistentes y con vestigios más antiguos fechados entre 4 mil a 6 mil años de antigüedad.

El proceso de la prohibición comercial y aprovechamiento del hemp y el cannabis se dieron más o menos de manera contemporánea durante los primeros treinta años del siglo pasado en Estados Unidos, con instrumentos como la Harrison Act y la Marijuana Tax Act. Por razones diversas, el hemp fue presa de una sustitución comercial e industrial mediante la obstaculización jurídica por parte de las industrias papeleras en la Estados Unidos, que aprovecharon el clima de nacionalismo y polarización para impulsar que el Gobierno impusiera altos impuestos y posteriormente prohibir toda la planta de cannabis, aún y cuando en el siglo XIX las tinturas y cigarrillos de cannabis y preparados de hemp pertenecían a la farmacopea aceptada.

Fuente: abcnews.go.com

En este orden de ideas, la reconfiguración del sistema de control de esta planta y sus derivados, en Estados Unidos ha sido asimétrico y quizá contradictorio, pues recordemos que la marihuana o cannabis, la planta hembra “psicoactiva”, sigue prohibida de manera federal y si bien, cada vez más estados la han legalizado para fines medicinales o para uso adulto sigue siendo perseguida y penalizada con cárcel en algunos estados mientras que en otros como California, Nevada, Washington y Oregon existe legalización total.

A este respecto el pasado 20 de diciembre el presidente Donald Trump firmó un acuerdo llamado en los medios como Farm Bill que legaliza de manera federal el cultivo, producción y aprovechamiento del cáñamo y se prevé una enorme derrama económica, la consolidación de las cámaras federales de comercio de hemp, así como un desarrollo ultra tecnificado de su cultivo y aprovechamiento con una proyección de una industria en consolidación que rondará por el billón de dólares americanos según Business Insider.

Como conclusiones, al hacer una distinción mayúscula entre el cáñamo y cannabis, se provoca un área gris dejada por el mercado de CBD no basado en derivados de hemp, pues el primero al gozar de autorización federal para su aprovechamiento masivo, distribuye asimétricamente el foco de la reforma integral de la planta cannabis y los aprovechamientos de la planta hembra, pues el hemp se promueve desde el Ejecutivo federal de Estados Unidos.

Una posible lectura de esta decisión podría ser el actual momentum nacionalista y proteccionista de la administración Trump, pues no es de extrañar que la propuesta fue ampliamente apoyada por representantes del estado de Kentucky donde se apela a las figuras de los farmers o granjeros del Norteamérica profundo, bifurcando la relación entre el desarrollo del mercado de la cannabis y el cáñamo con decisiones políticas, aún es prematuro especular pero la concentración y posibles monopolios pueden ser un horizonte a corto plazo, así como un posible desarrollo de un cultivo poco sustentable, aún y cuando los entusiastas del hemp señalen sus beneficios al medio ambiente: el consumo de agua, fertilizantes, pesticidas y uso de tierras cultivables no será cuestión menor, aún y con esto bemoles la integración oficial del hemp a los circuitos legales, es un gran avance.