Twitter: @HadaCosquillas
Cuando somos infantes nos toca vivir en un escenario cuyas lógicas ignoramos y que incluso quienes nos educan también las ignoran. Es así, el inicio de una historia del ser, escrita con una tinta existencial en un cuerpo que fue aprendiendo las costumbres, los rituales, las caras conocidas y los lugares íntimos.
Sola contra el universo, experimentando el infinito pascaliano y el vértigo que le sigue, una especie de vórtice del alma y diversos modos de sentir; me convirtieron en un ser en busca de sentido, así fue como llegué a la filosofía, la cual dicen que nació en el siglo VII A.C. en Grecia con los presocráticos pero este dato, al menos contiene tres errores los cuales son: fecha, lugar y nombre. Pues mucho antes ya se pensaba en Sumeria, Asiria, Babilonia, Egipto, India, China y en otros sitios más y en cuanto a los presocráticos dice el gran filósofo Michel Onfray que resulta un concepto “comodón” y bastante útil para no mirar muy de cerca.
Así pues, resulta que mucho de lo que conocemos de la historia filosófica es una especie de fábula escrita y determinada por los hombres blancos de Europa como dice Onfray:
“Sin duda alguna, reconocer una filiación bárbara, consentir una genealogía a partir de una genealogía mágica supone la consagración de amarillos, negros y mestizos” (2006).

Otro lugar común, es pensar que los griegos son los inventores de la democracia. Ellos, que alababan el linaje puro, única legitimación de cualquier participación ciudadana donde mujeres y metecos, extranjeros y blancos no nacidos de raza pura; eran excluidos de esa famosa democracia. ¿Les suena este pasado un poco a presente?
En el reino de la filosofía oficial triunfan las fábulas. ¿Qué nos han contando de los viajes de Pitágoras a Egipto y de las sabidurías ahí descubiertas? ¿Qué tanto sabemos de las expediciones de Demócrito a Persia, entre Indios, Etíopes y Egipcios? ¿Qué sabemos de sus encuentros con los astrónomos Caldeos y magos Persas? Sí, la pureza blanca griega despreció las mezclas de hombres e ideas. Y ¿a qué viene todo esto? A que cada que me preguntan ¿de qué va la filosofía? Orgullosa respondo que se encarga de estudiar la historia del pensamiento humano pero ¿qué pensamiento? Un pensamiento que no ha puesto en tela de juicio las producciones de la historiografía dominante. Una historiografía que surge de un a priori Platónico en virtud de lo cual, lo que emana de lo sensible es una ficción. La única realidad es invisible. La alegoría de la caverna en la formación filosófica funciona como un manifiesto. Existe un rechazo a la materialidad del mundo el filósofo Whitehead le dijo en broma al filósofo Gifford en una conferencia:
“La tradición filosófica en Europa es sólo una sucesión de notas al pie de texto de Platón”
Y tristemente, no estaba tan equivocado.

Ahora bien, si esta ha sido la formación que hemos recibido los que “estudiamos el pensamiento de la humanidad” ¿qué podemos esperar del mundo en general? No es de extrañar que vivamos navegando por las aguas de la ignorancia, creyéndonos todo cuanto nos van contando y nos presentan como una gran verdad, la doxa en todo su esplendor, regocijándose en los placeres de la ignorancia vestida de saber e incluso con las galas que suele portar la soberbia.
Finalmente ¿qué podemos reprochar a ese mundo que nos enseñaron? Ese mundo donde se nos puso el paradigma de Platón, Descartes, Kant con todo y sus números (está demás explicar el concepto), aquí lo importante es tener felicidad en este momento presente, ni siquiera más al rato, ni mucho menos hipotéticamente en otro mundo. Hagamos resurgir a Epicuro quien nos invita al puro placer de existir, un proyecto bastante actual y completamente filosófico, sin teorías y con la verdadera postura filosófica de la contemplación y actitud crítica. La filosofía está para servir a la humanidad no para menospreciarla, de lo contrario, no debiera hacerse llamar filosofía.