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Al momento de escribir esto se dan dos líneas narrativas distintas en México y Estados Unidos, pero indudablemente muy entrelazadas. La cancillería mexicana inició el año con un diálogo en la Reunión Anual de Embajadores y Cónsules, sobre las perspectivas políticas, económicas y sociales en el país.

Mientras que el Gobierno de los Estados Unidos se acerca a su tercera semana de cierre (government shutdown), que ocurre cuando el Congreso no ha logrado un consenso para la asignación de fondos, por lo que todas la actividades y servicios gubernamentales no esenciales se detienen.

La principal diferencia para la aprobación de un presupuesto que dure hasta el 30 de septiembre, de acuerdo al año fiscal, ha sido la asignación de recursos para el muro entre México y Estados Unidos. Para poder cumplir con la promesa de campaña con la que Trump se aventuró a consolidar su base política más xenófoba e intolerante, el presidente solicitó US$5.000 millones en el paquete fiscal por aprobarse.

Sin embargo, ese sueño parece cada día más alejado. El que se decía “el gran negociador” no pudo generar consensos cuando la cámara de representantes era en su mayoría republicana.En el escenario actual parece imposible, desde el 3 de enero, la Cámara es de mayoría demócrata.

Ya no se habla de la idea de un muro de hormigón para la frontera sino de mejoras tecnológicas y operativas que permitan frenar la migración.

La última propuesta para la frontera con México fue la asignación de US$1.300 millones bajo el término de “seguridad fronteriza”.

Todo esto sucede en un contexto en el que la migración hacia Estados Unidos ha mostrado cambios relevantes.

De acuerdo a datos del U.S. Census Bureau y del Pew Research Center, el número de migrantes ilegales es el más bajo en una década. Para 2016 había 10,7 millones de inmigrantes ilegales, en comparación con el pico más alto de 2007 donde se estimaba cerca de 12,2 millones. Entre estos años hubo disminución cercana al 13%.

Esta caída se da en gran parte por la disminución en el número de mexicanos que ingresan ilegalmente. Para 2016 solo el 9% de los inmigrantes mexicanos ilegales había  llegado hace menos de 5 años. Mientras que en comparación con el total de migrantes los mexicanos representaban solo una cuarta parte del total, en comparación con 2007 cuyo porcentaje era cercano a la mitad.

En sentido contrario los migrantes provenientes de centro América aumentan constantemente. El porcentaje de migrantes de las naciones del Triángulo Norte de América Central aumentó del 11% al 18% entre 2007 y 2016. El Salvador, Guatemala y Honduras han registrado aumentos desde 2007.

Las mismas estadísticas de detenciones en la frontera demuestran una disminución de mexicanos detenidos respecto al total de aprehensiones. En 2017 hubo 130,000 mexicanos detenidos, aunque no lo parezca es la cifra mas baja desde 1968 y representa una caída del 80% respecto de los 809.000 connacionales detenidos en 2007.

El presidente Trump difícilmente dejará su sueño de un muro con México, pero la negativa a negociar y obtener triunfos parciales lo ha acorralado temporalmente. La obtención de financiamiento de un muro fronterizo se ha encuadrado en un discurso en el que alguien tiene que perder y él no está dispuesto a cargar con eso.

No obstante, ese mismo discurso obligará a destinar mas recursos a la frontera sur y complicar las entradas ilegales. Los problemas que obligaron a migrar a cientos de centro americanos, en las recientes caravanas, no se resolverán en el corto plazo y con ello los flujos seguirán siendo constantes. Muchos de ellos verán nuestro país como una alternativa ante dos escenarios imposibles.

En este escenario, en el que el gobierno mexicano debe actuar para proteger y defender los derechos de los connacionales en el país vecino, dar acompañamiento en procesos de legalización y generar cercanía que permita su movilización en aspectos clave, al mismo tiempo tiene la labor de romper con los estereotipos provocados por un discurso xenófobo que permita la incorporación de migrantes en México.

El reto que esto conlleva es enorme, pero el sexenio apenas comienza. El canciller, Marcelo Ebrard Casaubon, ha demostrado capacidad de operar políticamente con sagacidad, él no llegó para aprender.