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Es imposible negar que correr se ha puesto de moda en los últimos años.
Además de ser una actividad lúdica y una terapia ocupacional, el running tiene ahora también una parte de ritual social (en ciertos contextos, decir que corres te puede hacer ver/quedar bien), de escenario para la participación en un fenómeno alimentado por la creciente tendencia de cuidar la calidad de vida y la salud en cada vez más grupos generacionales y sociales,.
Hoy hay más gente que nunca llamándose corredores.
Y es que
corredores somos todos los que por una razón u otra, a un ritmo u otro, dedicamos ratos o momentos de nuestra semana a correr o trotar.
Somos testigos del enorme crecimiento en popularidad que el correr ha tenido en los últimos años, y de la mano hemos visto también cómo se ha convertido en una obsesión para muchos, que de repente no saben hablar de otra cosa que no sea de correr. Es probable que todos conozcamos a alguien así. Esos evangelizadores de la actividad o los intensos que solo hablan de sus récords y sus entrenamientos y sus tiempos.
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FOTO: TERCERO DÍAZ /
CUARTOSCURO.COM[/caption]
Soy un ferviente creyente de que
una de las mejores cosas que nos enseña este deporte es a pensar y a encontrar puntos medios. Por ejemplo, a saber qué necesito administrar y cómo debo esforzarme, al mismo tiempo, para acabar lo mejor posible una carrera de 10, 21 o 42 kilómetros.
Correr es una actividad que innegablemente trae impactos y consecuencias positivas en nuestras vidas más allá de la satisfacción de las carreras terminadas.
Un pasatiempo que cuando dejamos sea parte regular de nuestras vidas, pero no la única o la más importante, nos ayuda a encontrar equilibrio y balance en muchos cosas más.
Para los cientos de miles que no vivimos profesionalmente de correr, que tenemos carreras o trabajos o vidas personales que no están relacionadas directamente con correr, alimentar este lado positivo, de distracción, divertido y benéfico de nuestra relación con este deporte debería ser una meta tan importante como conseguir conquistar una nueva distancia, un nuevo récord personal o la medalla de una carrera. Ser corredor no se define por una distancia o un pace. Tampoco por el numero de medallas de carreras que se tengan.
Corredor, en mi perspectiva y experiencia, es aquel que sale a correr, regularmente, y a su paso, con diferente nivel de esfuerzo, da cuenta de cierta distancia o tiempo.
Y lo disfruta. Lo sufre y lo disfruta.
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Juliius Kibet y Emmanuel Chamer, ambos de Kenya, durante el Medio Maratón de Ciudad de México. FOTO: TERCERO DÍAZ /
CUARTOSCURO.COM.[/caption]
Correr, o ser
runner, es una actividad muy rica y compleja en la cantidad de reflexiones, enseñanzas y experiencias que nos va dejando a los largo de los meses, kilómetros y años.
Siempre ha sido mi particular punto de vista que esas experiencias profundamente personales, introspecciones privadas y fuertes que se dan con uno mismo mientras corremos o entrenamos, la forma de integrar esta actividad y conectar sus beneficios físicos y mentales a la cotidianidad de la gente (en trabajos y vidas que nada tienen que ver con deportes o con correr) es sin duda de lo más interesante y valioso de este deporte. Correr es mucho más que un deporte o una competencia.
Y entre más corres, más clara te queda esta idea y más te puedes dar cuenta por qué hay algo especial en el fondo de esta moda del
running.