Un cuento de @Olaiz

Sentado en el aeropuerto, envenenado.
Estoy hasta la madre de tantas palomitas que tardan en ser azules, destrozan mis nervios. Es lo que siempre hacen las humanizaciones divinas, destrozarme los nervios.
La última vez, el toque de Sour Diesel me etiquetó: paranoico con ascendente de control freak. Es un lujo andar por ahí dando etiquetas como si fueran hashtags pagados; es algo muy poser etiquetar, algo muy etiquetado ser poser.
Ya no sé qué es lo que corre por mis venas ni sé cómo usar los pies, lo que sí sé es usar los dedos, cada vez escribo más rápido, soy muy rápido, deberían escribir como yo, hacer una técnica a partir de mi técnica, que no sólo se trata de lo veloz de mis dedos, sino del entramado que siembras en los ojos de la que está del otro lado de la pantalla. El chiste es ir de a poquito, dando golpecitos. Meter unas semillas que germinen de acuerdo a la humedad de cada uno, unas semillas rápidas pero sin caritas ni GIFs, sólo con palabras. Las palabras son fuertes, aunque lo duden, lo ignoren o no quieran verlo, mucho más que las caritas, (es que siempre soy el peor descifrando las caritas). Alguien, el que más se ríe de mí, es el que inventó las caritas, las putas caritas son confusas. No se puede leer entre caritas como entre líneas. Es un despropósito usar caritas y no letras.
Reviso, de nuevo, y así, nuevamente. Y otra vez, siguen sin hacerse azules, es una pena que me encabrona. Es enfadoso imaginar todos los factores que les han impedido ser azules. Es cansado evaluar las razones. Perdí la noción del tiempo transcurrido desde la última vez que las revisé. A veces tengo ese poder, no saber cuánto pasa entre cada que hago algo y vuelvo a revisar lo que hice cuando lo hice.
La memoria humana es, sin duda alguna, un acto de fe. Algo sobrevalorado, sobre todo ahora que podemos sacar fotos con cualquier cosa. La memoria es algo en desuso. Las fotos son algo que nos ha invadido, como un virus, una plaga. De cualquier manera, la memoria es algo que no tengo, ¿Alguna vez la tuve? Creo que sí, pero de la clase selectiva, de la que no hace daño ni trata de impresionar a nadie, aunque quizá con ella podría ayudar a que las palomas, putas, se convirtieran en azules.
En realidad, no se convierten, sólo cambian. Así: pum. No hay transición, chance si pasaran de gris a verdosas y luego a azules, nos ahorraríamos mucho en Tafiles, pero no, namás cambian. Voluntariosas.
Es inaudito que cuando se hacen azules, te exigen inmediatamente. Se creen que por ser azules hay que darles de comer, así luego-luego, es como con el celular. ¿Quién dijo que porque suena tengo que contestarlo? ¡A tomar por culo! Lo contesto cuando lo tenga que contestar, igual con las palomitas azules: están sobrevaloradas. No valen lo que cuestan. Debería dejar de medir el tiempo con ellas, y además vienen siempre en pares. Vaya alegoría tan hippie, son más esclavizantes que….
¡Ay!, ahí están. Ya me leyó.

FIN

El Cronista