De negocios, trampa y actitud

martes, 13 de noviembre de 2018 · 07:41
Twitter:@JLUIS_CUEVAS
Es un partido histórico, la Ida dio muestra y razón de lo que pienso, de lo que leí de gente de adentro y de previas críticas, quizá drásticas, pero tan reales como la pasión que genera el Boca-River. El mismo Presidente argentino Mauricio Macri, hace unas semanas, en las Semifinales de la Copa Libertadores dijo que NO quería una Final Argentina. A final de cuentas se dio, y la locura se desató en un país que mama fútbol, aunque el mismo ha perdido brillo y eso es evidente. Dicen los Directores Técnicos y todo aquel que busca llegar al profesionalismo que en el mundo de la pelota se puede negociar todo, menos la actitud, y es cuando el “échale ganas del papá” toma sentido en un nuestra idiosincrasia. Mucha expectativa generó el primer juego de la Final Histórica de la Copa Libertadores, hasta un asiático vino a pararse a un templo futbolístico que todo fanático tiene que visitar, a final de cuentas el oriental volvió sin pena ni gloria, con muchos dólares gastados y la frustración que dejó un clima “rompe sueños”. La pasión que genera el Boca-River nos ha llevado indirectamente a ser de uno u otro, aunque no somos argentinos, hay cada loco que se siente “Bostero” y llama “Gallina” al otro sin entender del todo el concepto. Por ello y aunque en lo personal me viene importando poco quien gane la Copa Libertadores, no dejará de ser anecdótico saber el resultado, sólo eso. En su columna de la semana pasada en El País, Jorge Valdano no encontró mejor descripción del duelo, ese que es histórico, que suma para la estadística del futbol y sólo determina en el orgullo de las aficiones enfrentadas: “Se trata de no perder antes que de ganar porque, desde hace tiempo, en el fútbol argentino la humillación del rival es más importante que la satisfacción propia. Dicho lo cual, no veo la hora de que empiece... A ver si pierden los dos, que yo soy del Racing”, suscribí a las líneas del filósofo del fútbol. Y es que honestamente la rivalidad es tal que un día quiero estar en La Bombonera presenciando un clásico, así como también quiero vivir un Liverpool-Manchester United en Anfield, un Fenerbahçe - Galatasaray en Estambul o un Lazio-Roma en el Olímpico, en ese estatuto pongo la rivalidad del Clásico Argentino, ese que algunos en estos días quieren llevar a un Barcelona- Real Madrid, y que mal llaman clásico del mundo, el Boca-River tiene su pasión, su entorno, y aunque no dudo del talento y la entrega del futbolista argentino, su fútbol tiene rato careciendo de lo primero y viviendo de los segundo. No tengo la menor duda que la Final será emotiva, seguramente viviremos un fútbol entregado, desbordado, donde esperemos una nación no manche la pelota, como dice Valdano, seguramente “se buscará no perder, antes que ganar” y aunque difícilmente se acabará la pasión, hoy el futbolista argentino prefiere terminar de formarse en Europa, donde la industria sugiere menos trampa, el aficionado argentino vive resentido con sus figuras a la hora del fracaso mundialista y se entretiene cada fin de semana con un campeonato mediano, que hoy tiene ante sí, un partido que como final que es, será utilizado por los dirigentes para seguir robando todo lo que deja la pasión y enfermedad de un aficionado particular que puede negociarlo todo, menos la pasión que ellos confunden con actitud. HASTA LA PRÓXIMA