En el Embraer 190 que partía del Aeropuerto Internacional Guadalupe Victoria, en Durango, iban a bordo 103 personas -97 adultos, dos niños y cuatro tripulantes- con dirección a Ciudad de México. Pero durante el despegue, debido a una fuerte ráfaga de viento el avión descendió bruscamente. De inmediato, el gobernador del estado, José Rosas Aispuro, señaló que hasta ese momento no había “cifras de heridos o fallecidos”.
Y aunque sí hubo heridos, nadie falleció: 64 personas ya fueron dadas de los hospitales, mientras que hubo pasajeros que escaparon del avión en medio de llamas y humo.
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Jackeline Flores, una de las pasajeras, contó que ella y su hija salieron por un agujero que se formó en el fuselaje. Llevó a cabo el protocolo de seguridad. Su hija y ella pusieron sus pechos sus rodillas. El avión, contó, “se fue deslizando largo tramo y cuando se detuvo, me di cuenta que todas la maletas se cayeron y el pasillo estaba bloqueado”. La aeronave comenzó a incendiarse, se desabrocharon los cinturones “y le dije a mi hija que teníamos que salir por ahí y saltamos”, dijo.
“La gente estaba en pánico”, añadió.
Para María Guadalupe Herrera todo sucedió demasiado pronto. “Duró como dos minutos en el aire y bajó”. “Tods queríamos salir, el humo nos estaba ahogando. No escuché nada. No recuerdo nada”, expresó.

En Gizmodo señalan que las condiciones en las que se desarrolló el accidente permitió que los pasajeros y los tripulantes sobrevivieran. “En la mayoría de siniestros de vuelos comerciales esto no ocurre, la imposibilidad de las emergencias para llegar a la zona, y evacuar y socorrer antes de que se produzcan explosiones en la aeronave, aumentan el número de bajas. Esta es otra de las claves de lo ocurrido en México”, explican.
Aunque también, de acuerdo con los testimonios, el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transporte (SCT), la inmediata reacción de la tripulación en las maniobras de evacuación permitió que no hubiera pérdidas humanas.
Sin embargo, la investigación del accidente “puede llevar meses, dependiendo de la complejidad”, dijo Luis Gerardo Fonseca, director general de Aeronáutica Civil.
Rómulo Campuzano, otro de los supervivientes, agradeció a Dios que no se hayan perdido vidas. “El avión había comenzado a tomar velocidad y ya había despegado del suelo, desde la pista, y de repente comenzó a caer, no sé por qué. Sentí dos golpes, dos golpes muy fuertes y luego el avión comenzó a temblar de forma extremadamente violenta”.

Con información de Gizmodo y BBC Noticias.