Crystal, una jóven de 26 años, un día acudió al cirujano plástico para verse como una versión de sí misma pero con filtro de Snapchat. En los ojos y en la nariz, se hizo inyectar rellenos faciales. “No podía dejar de mirar la manera en que el filtro de Snapchat me cambiaba la cara”, dijo hace unos meses a la BBC.

Esta aplicación, como explicó Crystal, hacía que sus pómulos se vieran delineados, su mentón estuviera definido y que su nariz lograra verse recta. “Era algo de lo que yo siempre me había sentido un poco insegura”, contó.

De acuerdo con especialistas, el cambio al que esta joven se sometió se trata de una tendencia cada más común entre los jóvenes: Snapchat dysmorphia

Crystal antes y después de someterse a cirugía. BBC Three.

Según un estudio realizado por la Academia Estadounidense de Cirugía facial, plástica y reconstructiva, durante 2017 el 55 por ciento de los cirujanos plásticos faciales vio pacientes que deseaban lucir mejor en sus autorretratos. La cirujana plástica Michelle Yagoda explicó en entrevista con The Huffington Post  que la gente, al menos en su caso, no llega a su consultorio queriendo parecerse -literalmente- a su filtro de Snapchat.

“Me doy cuenta de que hablan de cosas muy similares a esto sin utilizar esas palabras exactamente”, dijo. “En general, se preocupan por el tamaño de sus poros y la textura o el color de su piel… esas son las cosas que más se relacionan con los filtros, añadió.

Aunque para algunos resulta más convincente que una persona utilice una imagen suya como base para una cirugía estética, para la doctora Neelam Vashi es preocupante. En un reciente artículo para la revista médica American Medical Association’s Facial Plastic Surgery, explicó que se trata de imágenes que establecen “expectativas poco realistas para los pacientes porque están tratando de parecerse a una versión fantaseada de ellos mismos”, dijo.

Imagen: Snapchat.

Kacie, de 29 años, dijo a la BBC que luego de verse frente a su celular y mirarse a un espejo pensaba: “‘ah, esta no es la persona que él ve todo el día en su pantalla“. “Con los filtros de Snapchat, yo sentía que era bella. Solo necesitaba un empujón para llegar a ese punto”, contó.

En su publicación, Vashi explica que esta la Snapchat dysmorphia es un tipo de trastorno obsesivo-compulsivo.

“Si bien un cierto nivel de insatisfacción con tu apariencia es totalmente normal, las personas con dismorfia corporal están plagadas de sus inseguridades persistentes. Para las personas que ya son propensas a estos pensamientos, los filtros de las aplicaciones que ofrecen un atisbo de “perfección” pueden provocar que los pacientes acudan en busca de soluciones que la mayoría de los cirujanos dudamos de conseguir brindarles”, escribió.

“Yo pienso: es mi cara, es mi dinero, y si el resultado general es que yo tengo más confianza en mi misma y estoy más contenta con cómo soy, ¿cual es el daño?”, dijo Kacie.

Con información de Gizmodo, The Huffington Post y BBC.