Hace un tiempo, durante una clase al aire libre en el Parque México, descubrí algo que cambiaría por completo mi relación con el ejercicio. Yo era de las que creían que hacer sentadillas era cosa del pasado o, peor, una tortura reservada para los gimnasios. Pero aquella mañana, entre el canto de los pájaros y el sonido de las pesas cayendo en la pista, entendí que ese movimiento sencillo escondía un poder casi terapéutico.

La instructora explicó que las sentadillas no solo tonifican glúteos y piernas: también fortalecen el abdomen, mejoran la postura, reactivan la circulación y hasta contribuyen a un metabolismo más eficiente. En ese momento dejé de verlas como un castigo y empecé a verlas como una forma de reconectar con mi fuerza interior.

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¿Por qué las sentadillas rejuvenecen el cuerpo?

El secreto está en los músculos. Cada vez que haces una sentadilla, activas más de 200 músculos al mismo tiempo: glúteos, cuádriceps, isquiotibiales, abdomen y espalda baja. Esa activación global estimula las mitocondrias, que son las “baterías” celulares que producen energía y ayuda a mantenerlas jóvenes y funcionales.

Cuando las mitocondrias trabajan bien, el cuerpo responde mejor: hay más energía, menos fatiga, mejor tono muscular y un metabolismo más activo. Es como si el organismo “encendiera” su modo juventud. Por eso, quienes practican ejercicios de fuerza (como las sentadillas) de forma regular pueden llegar a tener una edad biológica hasta 10 o 15 años menor que la cronológica.

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El poder de lo básico

No necesitas un gimnasio ni equipamiento sofisticado. Una silla, una pared o incluso tu propio peso son suficientes para empezar. Lo importante es la técnica y la constancia. Las sentadillas, bien hechas, no solo estilizan las piernas, sino que fortalecen las rodillas, protegen la espalda y mejoran el equilibrio, lo que se traduce en más estabilidad y autonomía con el paso de los años.

Además, son un excelente termómetro de tu estado físico. Si puedes bajar controlando la postura, sin perder el equilibrio ni arquear la espalda, tu fuerza está en buen camino. Si no, no pasa nada: cada repetición es una oportunidad para recuperar lo que tu cuerpo aún puede hacer.

Cómo empezar tu rutina de sentadillas

Si eres principiante, estos pasos te ayudarán a incorporar las sentadillas sin miedo y con resultados reales:

  1. Empieza con el peso de tu cuerpo. Coloca los pies al ancho de las caderas, baja despacio como si fueras a sentarte en una silla y vuelve a subir con el abdomen firme.
  2. Controla la respiración. Inhala al bajar, exhala al subir. La respiración profunda mejora la estabilidad y reduce el esfuerzo.
  3. Haz pocas repeticiones, pero bien hechas. Comienza con 10 o 12 repeticiones, descansa un minuto y repite dos veces más. Lo importante es la calidad, no la cantidad.
  4. Agrega variaciones. Cuando domines la técnica, puedes probar con una mochila ligera, una banda elástica o hacerlas apoyando la espalda en una pared.
  5. Sé constante. Con tres sesiones a la semana durante un mes, notarás la diferencia: piernas más firmes, glúteos elevados y una sensación general de fuerza que no sabías que habías perdido.

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Más allá del espejo

Hacer sentadillas no se trata solo de tonificar el cuerpo, sino de ganar poder sobre ti misma. Es un ejercicio que exige concentración, control y presencia. Cuando logras mantenerte firme, equilibrada y fuerte, también lo haces mentalmente.

Y eso, más que un cambio físico, es una transformación interna. Porque no hay mejor filtro antiedad que sentirte capaz, ágil y viva en tu propio cuerpo.

En resumen: las sentadillas no son solo un ejercicio, son una inversión en tu bienestar futuro. Practicarlas con regularidad te ayuda a mantener la fuerza, la energía y la vitalidad que, con el paso del tiempo, muchas creen haber perdido. La verdadera juventud empieza en los músculos… y las estas son la puerta de entrada.

Veracruzana en la CDMX. No, no vivo cerca del mar and I don't talk like thijjj ♊ IG: @isadorebolloo