El estreno de 50 segundos en Netflix reabrió una herida social que sigue latente desde 2020: el asesinato de Fernando Báez Sosa. Pero esta vez, la plataforma no se enfoca únicamente en reconstruir el caso, sino en mostrar un ángulo inédito y sumamente polémico: la vida en la cárcel de los rugbiers condenados. A través de testimonios crudos, confesiones íntimas y reflexiones que nunca habían salido a la luz, el documental expone cómo seis de los ocho jóvenes atraviesan la condena que definió su destino para siempre.
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¿Qué revela el documental 50 segundos sobre la vida en prisión de los rugbiers?
El corazón del documental está en los testimonios grabados dentro del penal de Melchor Romero. Allí, seis de los ocho condenados rompen el silencio para contar cómo viven, qué sienten y cómo procesan el crimen que los llevó a prisión.

Máximo Thomsen, señalado como uno de los principales responsables, expone la vergüenza y el impacto emocional de su llegada a la cárcel. Confiesa que no quería recibir visitas porque “no quería que nadie lo viera así” y relata su vínculo con su madre, quien se negó a abandonarlo pese a conocer la gravedad de los hechos.
Por su parte, los hermanos Ciro y Luciano Pertossi hablan del juicio, del trato mediático, de la angustia de sus padres y del impacto psicológico que les provocó ver a su familia enfrentando una situación que jamás imaginaron. Ambos reconocen que “maduraron rápido” al experimentar de primera mano la crudeza del encierro.
Enzo Comelli, también condenado a perpetua, es uno de los testimonios más directos: asegura estar “100% arrepentido” y admite que convive diariamente con el peso de lo ocurrido. Mientras tanto, Blas Cinalli y Ayrton Viollaz, condenados a 15 años, reflexionan sobre la violencia, el alcohol y la incapacidad de dimensionar lo que sucedía aquella madrugada en Villa Gesell.
Testimonios inéditos y reflexiones en el nuevo documental de Netflix
El documental de Netflix no solo revela su rutina carcelaria, sino también cómo procesan el arrepentimiento, la culpa y el impacto mediático del caso. Cada uno narra cómo cambió su vida, su relación con su familia y su percepción del entorno tras la sentencia.
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Cinalli ofrece un vistazo más íntimo a la dinámica familiar y rechaza la idea de que la violencia se haya gestado en su hogar. Viollaz, por otro lado, admite que aquella madrugada estaba tan alcoholizado que no comprendía lo que estaba sucediendo, una declaración que refuerza el tono desgarrador del documental.
Todos, sin excepción, mencionan la esperanza, aunque mínima, de reconstruir su vida en algún momento. Mientras los condenados a perpetua saben que el camino será largo, los sentenciados a 15 años hablan de un futuro posible fuera del penal, aunque marcado por el estigma del caso más resonante de los últimos años.
El documental 50 segundos no intenta reescribir el caso ni absolver culpables; su objetivo es mostrar un capítulo desconocido: la vida detrás de las rejas de los jóvenes condenados por el asesinato de Fernando Báez Sosa.
Los testimonios, crudos, contradictorios, reflexivos o desesperados, permiten entender cómo enfrentan la condena, cómo lidian con su pasado y cómo imaginan un futuro marcado por un hecho irreparable. Una producción que genera debate, incomodidad y, sobre todo, nuevas preguntas sobre uno de los casos más impactantes de la última década.

