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La excavación: ¿Cuál es el tesoro de Sutton Hoo que descubren los arqueólogos?
Te contamos qué objetos preciados hallaron los excavadores en los montículos funerarios.
El estreno en Netflix de la película ‘La excavación’ revivió una historia real de uno de los descubrimientos más importantes del Reino Unido, pues en 1939, un grupo de arqueólogos liderados por Basil Brown halló un enorme tesoro ubicado en una propiedad de Inglaterra.
Contratado por la terrateniente Edith Pretty, el excavador comenzó su labor de trabajar la tierra en los 18 montículos localizados en su terreno de la finca Sutton Hoo, los cuales, según la leyenda, eran considerados túmulos funerarios.
Contrario a lo que ambos imaginaron, las investigaciones no sólo rescataron restos humanos u objetos antiguos, sino que al pasar los días, el explorador y sus ayudantes encontraron un enorme barco fúnebre cuya magnitud superó los 24 metros de largo.
Antes de descubrir dicha nave, los trabajadores revelaron piezas como cuchillos, tejidos, fragmentos de metales, una cabeza de hacha así como restos de partes corporales; sin embargo, muchas de las primeras cosas ubicadas en el sitio fueron sobras que ladrones de túmulos dejaron a su paso.
Fue el descubrimiento de la tumba lo que originó que el acontecimiento se volviera de tal importancia, ya que en ella se detectó una cantidad enorme de artefactos legendarios que fueron enterrados aproximadamente 1400 años antes.
En el ajuar fúnebre perteneciente a los pueblos germánicos que invadieron Gran Bretaña en los siglos V y VI se hallaron 263 objetos preciados elaborados con materiales como oro, hierro, plumas y granate; además, en la tierra también se ubicaron armas antiguas, enseres domésticos, broches labrados y un casco heráldico.
El impacto que generó el desenlace de la investigación no sólo se generó a causa del encuentro, sino también de las creencias hasta entonces consideradas mitos que apuntaban una forma de vida distinta de la Alta Edad Media.
La mayoría de los objetos rescatados fueron escondidos durante la Segunda Guerra Mundial, no obstante, ahora permanecen en una de las salas del Museo Británico que da crédito a Basil Brown y Edith Pretty.
