Las gafas de sol para cualquier mortal pueden significar un simple accesorio para ocultar, por ejemplo, unas terribles ojeras. Pero para un sujeto como Karl Lagerfeld, que sabía lucir bien incluso usando lentes oscuros durante una gala de noche, puede tener un concepto muy distinto.
Para el emperador de la moda Lagerfeld, quien murió este 19 de febrero a los 85 años, sus gafas, que no soltó al menos por 51 años, eran más bien una especie de escudo. En una ocasión durante una entrevista con el diario alemán ZEITmann así lo confesó. “Estaba con una amiga en un club cuando, de repente, apareció un hombre con el que ella había tenido un lío amoroso”, dijo. Entonces, según contó, el sujeto -al que no quiso identificar- intentó derramar sobre la mujer una copa de vino que terminó por dirigirse al rostro de Lagerfeld. Justo ese momento de 1967, en el que por suerte llevaba puestas unas gafas, le cambió la vida.
“Me di cuenta de que los ojos son lo más preciado que tengo. Y desde entonces no salgo más de casa sin gafas”, aseguró.

Sin embargo, de acuerdo con la revista Icon del diario El País, en el libro Karl Lagerfeld y yo su asistente personal Arnaud Maillard mencionó que había otro motivo detrás de su gusto por ocultar su cara: “Como nadie le ve(ía) los ojos, aprovecha(ba) para dar una discreta mirada en las reuniones de trabajo o cuando su interlocutor le resulta(ba) aburrido”.
Lagerfeld fue director creativo de Chanel durante 35 años. Nunca negó su superficialidad. “La mayoría de los intelectuales son un aburrimiento”, dijo a The New York Times en 1982.

