Una de las característas que hacen tan fascinante al personaje de Sherlock Holmes es su capacidad para deducir muchas cosas de una persona a los pocos minutos de haberla conocido.
Es elemental (mi querido Watson) que creador de tan famoso personaje fue sir Arthur Conan Doyle, pero Sherlock está basado en un hombre que el escritor conoció en la vida real y que tenía la misma capacidad deductiva que su detective.
Se trata del doctor Joseph Bell, que desarrolló su observación y deducción para tratar a sus pacientes. De acuerdo con diversos testimonios, el doctor Bell tenía la capacidad de saber si uno de sus enfermos era soldado, marino, originario de algún lugar y su ocupación luego de analizar su caminar, escuchar un acento o verle las manos.
Bell y Doyle se conocieron en 1877, cuando el escritor comenzó estudios de medicina. En su segundo año como estudiante, fue escogido como el asistente del médico, por lo que tuvo la oportunidad de conocer más de cerca la habilidad de su mentor. Eventualmente, se inspiró en él para escribir a Sherlock Holmes.
De hecho, se cree que la fisonimía de Holmes es parecida a la Joseph Bell: de nariz y barbilla angulares y con ojos llenos de astucia.