El niño fantasma del temblor del 85, 'Monchito'

domingo, 6 de mayo de 2018 · 15:34

Ciudad de México– Quien no aprende de su historia está condenado a repetirla.

Santeros, cantantes, bomberos, rescatistas, Plácido Domingo, el embajador de Estados Unidos en México, 2 hijos del entonces presidente Miguel de la Madrid y hasta un presunto hijo de Jorge Negrete se dieron cita en la calle Venustiano Carranza, número 148 para rescatar a “Monchito”; un niño de 9 años enterrado bajo los escombros dejados por el terremoto de aquel 19 de septiembre de 1985.

La noche del 18 de septiembre, Luis Ramón “Monchito”, pasó la noche en aquella vecindad del centro, ubicada en La Merced y propiedad de su abuelo donde días más tarde quedaría enterrado bajo los escombros del terremoto… O al menos eso se creyó.

No fue sino hasta el 4 de octubre cuando la prensa nacional e internacional comenzó a darle difusión a la historia de “Monchito”. El País, fue uno de los medios que siguió la noticia con especial interés:

“Fue precisamente la ausencia de moscas y de olor a muerto lo que llamó la atención en la casa de Venustiano Carrazaza, 148, al ingeniero argentino Carlos Marbran. Es un voluntario que trabajó varios días como intérprete con los rescatistas italianos y luego siguió por su cuenta.

`No teníamos certeza de la vida y no teníamos certeza de la muerte. Para la certeza de la muerte harían falta datos tales como olor a moscas, que no hubo en ningún momento. Ahora tenemos la certeza de la vida, pero el problema es que no sabemos si llegaremos a tiempo´, decía Marbrán el pasado jueves”.

Y es que tras varios días de derrumbado el edificio, cuerpos de rescatistas aseguraron oír golpes desde el fondo de los escombros.

“Después de que equipos de rescate italianos, israelíes y de la Marina mexicana dictaminaran que allí no había vida, llegaron los jóvenes de la sección 5 del Voluntariado Nacional. Con su aparato creyeron detectar signos de vida, y durante una semana desencadenaron en México la esperanza de rescatar una vida, la última, al terremoto y con un equipo mexicano, allí donde los expertos internacionales habían dicho que no quedaba nadie vivo. Un golpe psicológico importante para la decaída moral del país”.

“Si eres un adulto da un golpe, si eres un niño golpea dos veces”; se escuchaba decir a los rescatistas quienes quedaron perplejos al escuchar 2 golpes. La esperanza de los padres del pequeño se reavivó al creer que su hijo podía estar vivo.

El mismo presidente Miguel de la Madrid dio órdenes estrictas de que no cesara la búsqueda y rescate de Monchito; la sociedad mexicana buscaba una noticia de esperanza y fe, tras aquél doloroso terremoto que se llevó la vida de cientos de personas.

El rescate imposible…

Sin importar cuántas maniobras se hicieron, Monchito nunca apareció. La búsqueda cesó el 11 de octubre y con ella se difuminaron las esperanzas de la familia, de los amigos, de los vecinos, de la sociedad.

El País llamaría a la historia el rescate imposible porque, según atestiguó el diario, el pequeño Luis Ramón nunca estuvo vivo; y si lo estuvo, murió al instante de ocurrida la tragedia.

Un psiquiatra de la época calificó el caso como un “fenómeno de histeria colectiva”, como un golpe psicológico, y es que como bien dicen, tras el terremoto del 85 “México ya no es el mismo”.

Algunos periodistas de la época, con el paso del tiempo, aseguraron que, efectivamente Monchito nunca estuvo vivo bajo los escombros, sino que más bien, la familia del niño inventó la historia para acaparar la atención de los cuerpos de rescate y así recuperar una caja fuerte que estaba en la propiedad del abuelo de Luis Ramón.

Uno de ellos, que en ese momento trabajaba en La Jornada, nos confirmó que “Monchito nunca existió”:

“Hasta donde supimos los reporteros que cubrimos la nota, el supuesto padre lo único que deseaba era rescatar una caja fuerte que había dejado olvidada. El tal Monchito nunca existió”.

Otros tantos, sin embargo, se aventuran a especular que, en realidad, la historia de Monchito fue una invención de los medios de comunicación de la época para desviar la atención que existía hacia la respuesta tardía del gobierno ante la catástrofe natural.

La guerra de cifras

Mientras el entonces presidente Miguel de la Madrid afirmaba que el número de víctimas era de 3 mil fallecidos.

En Estados Unidos el embajador de la Unión Americana, John Gavin, aseguró que la suma ascendía a más de 10 mil.

Esto provocó aún más tensiones entre ambas naciones, quienes pasaban por un mal momento tras el asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena, a manos del Cártel de Guadalajara.

Ante ese escenario, con la ayuda internacional que llegaba de manera lenta al país; consecuencia de la desorganización de las autoridades y el impacto emocional para la población, ¿qué tan rentable era inventar una historia de esperanza que tuviera como protagonista a un niño que se aferraba a la vida con todas sus fuerzas?

¿Qué beneficios tendría para el gobierno crear una cortina de humo para darle cierta “esperanza” a una sociedad entristecida y abatida?

Ya en 1970 Michael Foucault decía que “Quien controla el discurso, domina el poder y quien domina el poder, controla el discurso” y eso es precisamente lo que hicieron las autoridades con ayuda de los medios.

A partir del 4 de octubre y los 11 días siguientes la radio, la televisión y toda la prensa escrita bombardearon al país con la noticia de Monchito.

Lo mismo daban a conocer la llegada de las brigadas extranjeras para rescatarlo, los testimonios de los padres del niño, como la orden de Miguel de la Madrid de que no cesara la búsqueda del pequeño.

¿Por qué?

En medio de la catástrofe natural, el país pasaba por una grave inestabilidad económica.

Como lo explica Dinero en Imagen, el terremoto se dio en un momento en que la excesiva deuda pública había llevado al gobierno a pedir más recursos internacionales para pagar la deuda:

“La falta de recursos para hacer frente a la emergencia, la destrucción de parte de la capacidad productiva, la pérdida de vidas y la paralización de la ciudad, así como la negativa inicial del presidente De la Madrid de aceptar ayuda internacional, agravaron los efectos del terremoto.

De acuerdo con un artículo de Cuauhtémoc Calderón y Leticia Hernández publicado en la revista Cultura Científica y Tecnológica de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, los daños a la Ciudad de México por el temblor del 19 de septiembre y su réplica del día siguiente equivalieron a alrededor de 10% del Producto Interno Bruto del Distrito Federal”.

Además del terrible panorama económico, el país también enfrentaba otro reto: la organización del Mundial de Futbol el siguiente año. Faltaban escasos 8 meses para el gran evento por lo que Alemania fue el primer candidato para reemplazar a nuestra nación.

Guillermo Cañedo, entonces vicepresidente de la FIFA pasó a la historia luego de pronunciar esta desafortunada frase sobre el tema:

Podrá caerse la ciudad, pero los estadios para el Mundial siguen en pie.

Y así, en medio de la tragedia, los preparativos del Mundial de Futbol siguieron en pie.

Ante este escenario, la historia de Luis Ramón Monchito se convirtió en el distractor perfecto para desviar la atención de la mala economía y de la posible cancelación del mundial.

Hoy, a 30 años de la tragedia que cambió la historia de los mexicanos para siempre, aún no sabemos, a ciencia cierta, cuántas víctimas murieron en ese terremoto y cuántos más fueron despojados de todo.

Lo que sí queda claro es que el uso de noticias fabricadas como la historia de Monchito siguen logrando su propósito: desviar la atención de la gente a los hechos realmente importantes.

Aquí te dejamos esta frase para que lo analices:

Puede que los medios no te digan cómo pensar, lo que sí te dicen es en qué debes pensar.