Osos polares luchan por no morir de hambre

viernes, 4 de mayo de 2018 · 23:04

No es algo que uno necesariamente adivinaría si ve la típicamente amplia figura de un oso polar, pero resulta que el único oso del mundo que vive cerca del mar es una máquina quemagrasa.

Los osos polares pueden perder hasta 1.8 kilogramos de pura grasa al día, de acuerdo con Anthony Pagano, un biólogo que investiga la vida salvaje en el Servicio Geológico de Estados Unidos. Aunque quizá a todos aquellos en el mundo que hacen dietas les encantaría conocer el secreto del oso —un humano, para deshacerse de medio kilo en un solo día, tendría que correr un maratón sin comer más de lo normal—, su rápido metabolismo no es necesariamente algo bueno, como detalla Pagano en un estudio publicado el 2 de febrero en la revista Science.

Para mantener las reservas de grasa, los osos tienen que aventurarse al hielo marino del océano Ártico para cazar focas. Sin embargo, conforme el calentamiento global hace más escaso el hielo marino, los osos deben buscar su comida cada vez más lejos y en extensiones más amplias: cuanto más buscan, más grasa queman, lo que los pone en riesgo de morir de hambre.

“Algunos de estos osos recorrieron hasta 250 kilómetros en el transcurso de ocho a once días, así que realmente pueden cubrir una gran distancia en un periodo corto”, dijo Pagano en referencia a su estudio.

A pesar de su atractivo popular, no se sabe mucho sobre cómo se comportan los osos polares en su entorno natural. Además, sus extensas expediciones en el hielo marino los han hecho históricamente difíciles de seguir.

Los osos polares son principalmente criaturas solitarias, excepto en la temporada de apareamiento, la temporada en sus guaridas —cuando las hembras crían a sus cachorros— y en el pueblo de Churchill, Manitoba, donde se congregan hacia el final del verano mientras esperan el regreso del hielo marino invernal.

“La mayor parte de sus vidas, cuando pueden elegir hacerlo, los osos polares se la pasan en el hielo marino”, dijo Thea Bechshoft, una investigadora de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, quien no participó en el estudio.

“Se dispersan, así que no es viable para nosotros salir y encontrarlos, ser suficientemente discretos para que no nos noten y que se comporten de manera natural”, añadió.

Para este estudio, Pagano y sus colegas les pusieron a nueve hembras cámaras de video sujetas a collares equipados con GPS; las osas se encontraban en el mar de Beaufort, por Alaska. Los investigadores volaron en helicópteros para encontrar a las osas, las sedaron para ponerles los collares, las pesaron y tomaron muestras de sangre. Entre ocho y once días más tarde repitieron la misma tarea para recuperar las cámaras de video y tomar nuevas mediciones.

Aunque el verano es un periodo de festín para otras especies de osos, para los polares es un tiempo en el que pasan hambre. El hielo marino siempre se ha retraído durante el verano, incluso antes de que el cambio climático exacerbara esa tendencia. La primavera, justo antes de que el hielo marino comience su rompimiento estacional, es un periodo crítico para que los osos polares ganen el peso que necesitan para sobrevivir hasta que la capa se forme de nuevo, así que los investigadores siguieron a los osos en abril de 2014, 2015 y 2016.

“La primavera es la temporada de cría de las focas”, dijo Bechshoft. “No se mueven mucho, así que básicamente están esparcidas como si fueran un gran bufet para los osos”.

Claro, eso es a partir del supuesto de que los osos puedan encontrar a las focas en primer lugar. Menos hielo marino significa que los osos deben esforzarse más para encontrarlas.

Los expertos plantean la hipótesis de que el estilo algo perezoso de caza de los osos —en los casos en que funciona— les permite conservar la energía y les ayuda a sobrevivir a lo largo de los meses del verano, cuando la comida escasea. Sin embargo, la caza no está funcionando. El problema se exacerba por el rápido metabolismo de los animales: su tasa metabólica basal fue un 60 por ciento más alta de lo que los científicos esperaban.

Gracias al GPS, los collares con cámaras y la información sobre su metabolismo, los investigadores determinaron que cuanto más debe buscar su comida un oso, más energía quema. Cada kilómetro adicional que un oso polar debe recorrer con su propia energía aumenta la cantidad de comida que debe ingerir. La única forma en que los osos recuperan esa energía gastada es cazando más focas.

“Descubrimos que de verdad dependen de su capacidad de cazar focas”, dijo Pagano. “Si tenían éxito, estaban bastante bien”.

Cuatro de las osas, en su mayoría las más viejas, ganaron hasta un diez por ciento de su masa corporal durante el periodo del estudio. Y, gracias a la grabación en video, los investigadores supieron que estas osas subieron de peso porque cazaron focas. No obstante, el tamaño tan pequeño del estudio no permite establecer si esta es una tendencia en la que una mayor edad implica más sabiduría para la caza o si solo se trató de una semana afortunada para las osas más viejas.

Una osa que logró cazar algunas focas perdió una cantidad de peso insignificante. Otras cuatro osas perdieron hasta el diez por ciento de su masa corporal en el mismo periodo, como resultado de no haber cazado focas.

“Las otras osas rebuscaban comida o se quedaban sin comer, y todas perdieron masa” corporal, hasta el diez por ciento, dijo Pagano.

Aunque los resultados del estudio parecen reflejar una reducción de aproximadamente 40 por ciento en las poblaciones de osas polares observadas en esta parte del Ártico, el estudio no fue lo suficientemente amplio para sacar conclusiones importantes. Sin embargo, la nueva información sobre cómo el menguante hielo marino afecta la salud de las osas polares podría ser importante para los esfuerzos de conservación.

“Si no hay hielo marino, no hay osos polares: así de simple”, dijo Bechshoft.