Sobre la Mesa
Twitter: @gerardohdz_p

Hay de tragedias a tragedias, definitivamente no todos vivimos la misma realidad. Samuel García Sepúlveda, senador con licencia y aspirante a la gubernatura de Nuevo León dio cátedra de que, cada quien enfrenta contextos diferentes.

La semana pasada, en una entrevista, García Sepúlveda contó que la forma en la que su padre le enseñó la “cultura del trabajo” fue levantándolo temprano los sábados para ayudarlo en los 18 hoyos de golf. A cambio de jugar con él, su padre le pagaba la semana.

El problema no es que el senador haya tenido esa experiencia (ojalá así fuera la de la mayoría de los mexicanos); el problema es que, como cualquier político, quiso darle un sentido trágico a una realidad que por mucho, es la excepción en un país donde la mitad de su población está en pobreza o condición de vulnerabilidad y la cultura del trabajo se aprende por necesidad y no asistiendo a un campo de golf.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México hay 3.3 millones de niñas y niños en las filas del trabajo infantil y no, no asisten a sus padres en 18 hoyos de golf, están laboran en el campo, cargando bultos de cemento o en alguna calle con una franela.

Oaxaca es la entidad donde mayor proporción de niñas y niños hay trabajando, 14.9% de su población infantil no tiene una infancia como el resto y claro, mucho menos que la de Samuel García Sepúlveda.

Según los datos recabados por el Inegi, el trabajo infantil está presente con mayor fuerza en la Agricultura, Ganadería y actividades Forestales, de Caza y Pesca.

Pero eso no es todo, la pandemia y su impacto en el desempleo tuvo un énfasis considerable en los jóvenes de entre 18 y 29 años. Considerando estudiantes, hay 1.1 millón más de jóvenes desempleados o disponibles para trabajar entre el tercer trimestre de 2019 y el mismo periodo de 2020.

Los jóvenes que han perdido su empleo, en una buena cantidad, seguro también vivían un contexto diferente al que pudo haber enfrentado García Sepúlveda durante su aprendizaje de la cultura del trabajo.

El problema, insisto, no es que el senador haya aprendido a ganarse el dinero de una forma poco ortodoxa en comparación con la realidad de muchos mexicanos; el problema es manejar una narrativa en la que se quiera hacer pasar su experiencia en la misma proporción que la experiencia de los ciudadanos de calle.

Samuel García Sepúlveda, con su forma de contar su anécdota, dejó claro que está totalmente desconectado de la realidad en la que viven muchos mexicanos y, sobre todo, niñas y niños que, en pocas palabras, no tienen infancia.

El grave error que cometen muchos políticos, es no reconocer que, en ocasiones, su contexto es muy distinto, y eso no es malo, lo malo es querer hacerle creer a las personas que también han sufrido, cuando realmente hay una buena parte de la población que vive al día y evidentemente, sus problemas son de dimensiones mucho más grandes.

Si de algo carece la clase política del país y Samuel García es el claro ejemplo, es de empatía con las personas que a diario madrugan, caminan y pasan horas en el transporte, aguantando una jornada que muchas veces excede el máximo legal y ganando poco; nuestra clase política carece de sinceridad para aceptar que, ellos llegan a ser muchas veces la excepción en este país tan desigual.

Las opiniones vertidas en la sección de Opinión son responsabilidad de quien las emite y no necesariamente reflejan el punto de vista de Gluc.