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¿Cuáles son las limitaciones laborales derivadas del sexo? En 1945 una script girl preguntaba a la Secretaría del Trabajo. Matilde Landeta manifestó en una carta su deseo de ejercer como asistente de dirección y pidió que se le aclarara
“si el hecho de ser mujer me incapacita legalmente para el desempeño de las labores”.

Landeta había participado como continuista en al menos seis cintas, como El prisionero 13 de Fernando de Fuentes y María Candelaria de “El Indio” Fernández. En esa función, que sólo conocía a las “chicas” para desempeñarlo, Matilde llegó a tener el crédito en más de 70 películas.
La petición se llevó a Asamblea. Los hombres negaron con groserías
“… mi pretensión absurda”, contó en entrevista con Fernando Gaxiola. “Entonces adopté una actitud femenina, agaché la cabeza, crucé las manos y escuché lo que dijeron sin contestar una palabra. Desperté el instinto de protección de los machos y (…) votaron por mi ascenso.”
Esta reacción no resulta ajena para las mujeres. La sugerencia liviana y la vuelta al enfrentamiento llega a ser la respuesta frente a una sociedad en la que podemos exigir, pero no incomodar o perder la compostura. Las que sobrepasan la línea son exageradas, radicales.
Matilde participó como asistente del director en 11 filmes. En 1948 filmó su primera película: Lola Casanova. Nadie estaba dispuesto a otorgar dinero al proyecto de una mujer. Landeta hipotecó su hogar para fundar su propia casa productora.
Con La negra Angustias (1949) y Trotacalles (1951), su trabajo pasó desapercibido. En el libro Directoras de cine: proyección de un mundo oscuro (1991), Patricia Martínez explica que su relevancia “radica en su misma historia, en el momento en el que le tocó iniciar su carrera”.
Mimí Derba lo hizo en 1917 cuando se convirtió en la primera mujer en dirigir en México. Adela Sequeyro en 1937, fue la primera en dirigir, producir y editar una cinta en el país y Eva Limiñana, aunque no mexicana, fue durante algún tiempo la única que ocupó la silla de dirección aquí.
Ellas tenían en común la labor pionera (dirigieron antes de que se reconociera el voto de las mujeres) y el apoyo de un hombre en sus proyectos. Matilde ingresó al mundo del cine con la recomendación de su hermano, el actor Eduardo Landeta.
En 1956, Alfonso Corona dirigió El camino de la vida, basada en el guion Tribunal de Menores escrito por los hermanos Landeta. En la cinta, que se llevó el Ariel a la Mejor Película, se borró a Matilde de los créditos.
Tras una demanda, se logró el reconocimiento a su labor. Tras el fallo se encontró con las puertas cerradas e imposibilitada para trabajar en México.
“El boicot que sufrí fue porque les estorbé”, declaró en 1991, cuando filmó su cuarta y última cinta: Nocturno a Rosario.
En la conmemoración del 8 de marzo, la carrera de Matilde Landeta nos lleva a reflexionar sobre las estrategias para desarrollarnos en el campo laboral, sobre aliados y nuestras demandas.
Es el siglo XXI, ese en el que se criminaliza que tomemos decisiones sobre nuestros cuerpos, donde el Estado ignora la violencia que sufrimos…
Si nos atrevemos a manifestar enojo recibiremos comparaciones con los nazis.
Hemos aprendido que tarde o temprano las injusticias nos colocan en posición de manifestarnos. Hoy la simple pero poderosa pregunta de Matilde sigue en pie. ¿Cuáles son las limitaciones derivadas del sexo? Tal vez es hora de que los hombres se hagan la pregunta. Nosotras ya tenemos la respuesta.