Twitter: @HenaroStephanie
La tecnología nos ha transformado la vida y esto también aplica para las guerras. Han dejado de ser militares, para luego ser económicas y ahora llegar a ser tecnológicas. Por eso es que el creciente conflicto global en torno a Huawei no debe tomarse a la ligera. Porque, es a través de él, que la geopolítica de la 5G nos habla de una guerra que ya comenzó. En donde México no sería ajeno a la escena.
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La información es poder y por eso aunque incluso si la guerra comercial entre Estados Unidos y China se resuelve y el gigante asiático promete comprar muchos más productos estadounidenses, la guerra tecnológica no va a desaparecer. Porque es claro que quien la domine será el nuevo hegemón dentro de la era de la economía nacional y en dónde la emergencia de las empresas chinas amenaza el liderazgo que, hasta hoy, era reservado solamente para Estados Unidos.
Los tiempos cambian aunque no se quiera y es ahí en donde todo esto comienza a cobrar dimensiones geopolíticas y el enfrentamiento de dos modelos tecnológicos opuestos como lo son Silicon Valley y Shenzen, en donde uno es financiado por la iniciativa privada y otro por el gobierno, comienzan a trazar las imperativas del nuevo conflicto en el que, nos guste o no, todos estaremos envueltos por el simple hecho de que los celulares y las redes ahora son parte de la mayoría de los aspectos de la vida.
Huawei ya ha superado a Apple como segundo fabricante mundial de smartphones, sólo por detrás de Samsung, y ha armado un revuelo mundial tanto por su liderazgo en la 5G como por el cuestionamiento de su independencia de las autoridades de Pekín. Situación que resulta difícil imaginar cuándo se toma en cuenta las características legales y autoritarias del régimen chino. Así como también la importancia que la compañía representa en aras de la “seguridad nacional.” Porque la información es poder. Sin más.
A lo largo de 2018 la competición tecnológica comenzó a volverse política y esto más allá de dañar las relaciones entre dos países, puede derivar en un invierno en la innovación y en una polarización tecnológica en donde los países se vean obligados a tomar partido.
Esto de alguna manera ya está comenzando. Porque el año pasado Estados Unidos emprendió una poderosa campaña para persuadir a sus socios internacionales de vetar a Huawei del desarrollo de las redes de 5G, bajo las premisas de la seguridad nacional, y esto desembocó en la creación de la alianza de los Cinco Ojos. Formada por Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda. Veto al que Alemania, Francia y Noruega evalúan sumarse.
Huawei Technologies busca convertirse en la número uno del mundo del sector de las telecomunicaciones: ha invertido miles de millones de dólares en tecnología 5G y posee el 10% de las patentes esenciales para todas las nuevas tecnologías de transmisión de datos en los mercados nacionales e internacionales. Además den llevar un liderazgo que se traduce en un año de delantera con respecto a sus competidores.
Los roces entre Huawei y Estados Unidos comenzaron en el 2003, cuando el fabricante de equipos para redes, Cisco Systems, los demandó por violar sus patentes y robar el código fuente del software de sus enrutadores y conmutadores.
En México Huawei fue la marca que registró el mayor crecimiento en la categoría de smartphones en el 2018 con un alza de 2.2 %, para ubicarse así en el quinto lugar de venta de teléfonos inteligentes en el país con 6.6% del mercado.
La empresa le vende equipos a Izzi, AT&T y Telefónica. Aunque su principal proyecto en nuestro país es la Red Compartida, que es una sociedad heredada del Gobierno federal pasado, junto con la empresa Altán Redes. Proyecto en el que, contrario a lo que señalaba la ley de Telecomunicaciones, el gobierno pasado permitió que recursos provenientes de un gobierno extranjero fueran parte del consorcio. Como lo pueden ver, ya estamos dentro.
Estemos atentos para ver de qué lado de la historia se alinea nuestra geografía.