Twitter: @LuzJaimes
La de hoy no es una buena noche para morir. La oscuridad refresca las luces, los sudores brillan y la luna huele a mañana recién cocinada. Una rata corre de un arbusto a otro para huir de sí misma y las mujeres hacen brujería en una esquina con veladoras rojas y cabezas de ajo.
Los santos esperan del otro lado del umbral. Gente camina calmada hacia la ciudad subterránea y las almas locas festejan con cerveza fermentada en un cigarro. Los colores lucen más vivos que la esperanza y los deseos poseen un olor dulce que empalaga.

Esta noche se antoja beber agua mientras caminamos sobre cucarachas recién muertas que mañana van a revivir. Pero no importa, por eso recomiendan volver a estar, pero distinto.
Nuestros hermanos hoy sueñan con sus hermanas y ellas miran a los elefantes caminar muy lento. Una joven trabaja mejor si piensa que es otra y que vive en otra parte. Nadie envidia el clima de aquella ciudad porque no la conoce.
Nadie extraña nada porque nadie quiso a nadie aquí. Los olores son tan agradables esta noche que los niños son felices y se confunden entre adultos. El maquillaje acaricia la piel de aquella señorita y ese hombre el pelo de un perro callejero.
La barba del muchacho combina bien con sus arrugas y las curvas de ella llorarían junto a los labios del cantante de un género desconocido que suena en el balcón lleno de plantas que vendimos ayer.
Adiós invierno, si algún día estuviste aquí.