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En su cruzada por construir su controvertido muro en la frontera con México bajo el argumento de que sería un efectivo dique a la inmigración irregular, el presidente Donald Trump echó abajo las cortinas de una cuarta parte de la Administración Federal el pasado diciembre –el shutdown más largo en la historia de Estados Unidos. El presidente amenazó de que, si la fracción demócrata en el Congreso no le autorizaba los recursos necesarios y llegaban a un acuerdo, cerraría el Gobierno con fecha infinita.

El pasado viernes 25 de enero, ante una fuerte presión, Trump desistió y reaperturó la Administración sin vestigio de los fondos que solicitaba y sin algún indicio de pacto con los demócratas para su muro.

En este complejo contexto político ha sido la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, la que ha constituido una muralla con la cual el presidente se ha topado.

Pelosi, con mas de 30 años en los pasillos del poder en Washington, es una experimentada congresista de muchas batallas que sabe con exactitud cómo y cuándo descoyuntar a cualquier político, de cualquier nivel.

Hija de Tomas D´Alesandro –querido alcalde de Baltimore y aspirante a gobernador de Maryland-, se distingue por su inteligencia y dureza. Es una demócrata liberal y progresista que en la era Bush se pronunció contra la guerra de Irak y fue una congresista que apoyó abiertamente el matrimonio entre personas del mismo sexo.

En 2007 destacó al convertirse en la primera mujer en presidir la Cámara de Representantes en la historia del legislativo estadounidense para en 2019 regresar a ocupar el cargo.

En su primer mes, Pelosi no sólo se ha opuesto a Trump por los 5 mil 700 millones de dólares que el presidente pretende obtener para sufragar el muro en la frontera con México, sino que también han chocado respecto al tradicional discurso anual del Estado de la Unión.

Pelosi había convocado al presidente a comparecer cuando el Gobierno ya había cerrado y después optó por aplazarlo con el mismo motivo. La líder demócrata adujo razones de seguridad y sugirió que Trump entregara su informe por escrito al Congreso norteamericano.

Sin una fecha precisa para el discurso, el presidente en contrapartida decidió cancelar -de última hora- un viaje que Pelosi y otros congresistas demócratas tenían a Afganistan. En una carta, Trump le expuso que no permitiría a la líder cameral utilizar el avión militar “porque requería de su presencia en Washington para negociar la reapertura del Gobierno” y por tanto, no veía propicia la gira de siete días.

Cabe decir que en horas recientes, el discurso de la Unión ya tiene fecha prevista. Después de una fuerte tensión política entre republicanos y demócratas para acordar un día, Pelosi y Trump convinieron el próximo 5 de febrero.

La parálisis gubernamental afectó a 800 mil empleados federales y costó a la economía estadounidense 11 mil millones de dólares –casi el doble de lo que Trump pide para el muro-.

Pelosi califica de “berrinchudo” la presidente.

“Tengo cinco hijos y nueve nietos, reconozco un berrinche cuando lo veo”, ha dicho.

El muro de Trump no se encuentra en la frontera sur. Su muro, su muralla real se llama Nancy Pelosi.