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Una constante en el nuevo Gobierno ha sido la de limpiar la corrupción (cosa que es muy buena) especialmente en el aspecto financiero, donde la austeridad ha sido la médula para combatir los excesos en muchas instituciones y programas emanados de ellas. Pero, ¿qué pasa cuando estos recortes afectan a los grupos más vulnerables como mujeres y niños y niñas?

Juan Pablo Bohoslavsky señaló en el informe presentado ante la Asamblea de la ONU en 2018, que las medidas de austeridad y las reformas económicas tienden a afectar negativamente, sobre todo a las mujeres, prueba de esto son las redistribuciones en el presupuesto destinado a estancias infantiles y al programa de asignación de subsidios a refugios de mujeres y sus hijos e hijas víctimas de violencia extrema.

En el caso de las estancias infantiles y, según Coneval, un 93.9% de los beneficiarios consideró que el programa les brinda la posibilidad de contar con empleo, salud mental, salud física e ingresos monetarios. Es claro que este programa ha permitido, en especial a madres de familia, mantener un empleo teniendo a sus hijos e hijas seguros, con cuidados especializados. Reducir los subsidios y entregar los apoyos a tutores responsables, no garantiza que vayan a ser usados en beneficio de los niños y niñas o poner a los abuelitos a cuidarlos tampoco. ¿Qué pasa si ellos no quieren o no pueden hacerse cargo de su nieto o nieta? Aquí también es necesario hablar de los trabajos de cuidado no remunerado o de los abusos sexuales y de violencia que han sufrido muchos niños en manos de los “cuidados” de su propia familia.

 

Ahora, la cancelación de la convocatoria para el programa de refugios para mujeres y sus hijos e hijas víctimas de violencia extrema, depende en gran medida de las asociaciones civiles que por 19 años han dedicado esfuerzos para la creación de modelos de atención, que previenen la violencia a la que son sometidas y que, en muchos casos, termina en feminicidios. Inmujeres reportó en 2015 que de los 60 centros ubicados en 25 estados del país funcionan en un 90% gracias a los recursos del gobierno. La cancelación de la convocatoria implica poner en riesgo al menos a 25 mil mujeres junto con sus hijos e hijas.

Inmujeres reportó en 2015 que de los 60 centros ubicados en 25 estados del país funcionan en un 90% gracias a los recursos del gobierno.

La decisión de entregar el apoyo a los tutores para no dar paso a los excesos en la discrecionalidad de manejo de los recursos, como se hizo en administraciones pasadas, puede entenderse, pero no justificarse con tomar medidas tan drásticas en lugar de apostar por políticas públicas integrales que abonen a la mejora de estos programas. Y más tomando en cuenta que mujeres trabajadoras y niños y niñas en plena formación son directamente afectados. Se trata de combatir la corrupción, tener programas funcionales que beneficien a la población, no de desproteger y exponer a errores que pueden costarle, incluso la vida a mexicanos en estado de vulnerabilidad.

Gracias a las manifestaciones de descontento de beneficiarias afectadas, periodistas, legisladores y parte de la ciudadanía, es que podemos alzar la voz ante estas malas decisiones gubernamentales, pero más allá de eso, es desafortunado que un gobierno comprometido “primero con los pobres” cometa este tipo de errores en la planeación y comunicación de cambios en políticas públicas trascendentes y de temas tan delicados.


No quiero terminar este texto sin recalcar también que las principales afectadas con estos cambios son las mujeres, como bien dice Bohoslavsky, las medidas de austeridad vulneran más a mujeres, aquí hablamos de mujeres trabajadoras y víctimas de extrema violencia, que sin estos apoyos se ven obligadas a dejar su empleo o a dejar a sus niños a cuidado de alguien que no puede o quiere hacerlo o peor, a mujeres abandonadas y en riesgo de volver a un núcleo violento que puede terminar en feminicidio.

Los excesos de corrupción cometidos en administraciones anteriores no deben seguir ocurriendo, sí, pero pretender limpiarlos a costa de la desprotección de miles de vulnerados, no es el camino. No lo olvidemos ni dejemos de señalarlos.