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Amante del buen comer 

Pensemos en una cocina sin mujeres. Pensemos en una tarde de domingo alrededor de la mesa sin mamá, tías, abuelas, hermanas, primas… sin mujeres. Pensemos en un restaurante sin hostess, meseras, cocineras, chefs, gerentes, comensales… sin mujeres. Pensemos en un supermercado sin compradoras, vendedoras, promotoras, cajeras… sin mujeres.

Pensemos en una vida… sin mujeres.

En mi caso, pensar en un día sin el arroz rojo de Carmen, sin las fritas de Dipna, sin los tamales de Alicia, sin el chile en nogada de Mónica, sin el arroz con leche de Lupita, sin el pan de Elena, sin los escargots de Alexandra, sin el sándwich de Mary, es pensar en una cocina, una tarde y esta vida, sin sazón, pues todas las aquí enunciadas son mujeres de mi vida. Todas ellas representan hitos importantes de mi existencia, ejemplo de vida, fortaleza de mi corazón y, tristemente muchas de ellas, por el solo hecho de ser mujeres, corren peligro.

Puse el ejemplo de experiencias culinarias por la obvia razón de que este espacio lo he destinado desde su inicio a ser meramente gastronómico. Sin embargo, dejar pasar la oportunidad de escribir sobre la conmemoración del Día de la Mujer siendo yo una de ellas, abogada, fiel creyente de los derechos humanos y sobre todo, ciudadana de un país en crisis por la violencia desmedida, sería insensato.

El Día de la Mujer no es un día de festejo, es un día de conmemoración.

Es un día para recordar a aquellas mujeres que dieron su vida, su libertad y/o su dignidad, para darnos a las siguientes generaciones de féminas, derechos de los que no gozábamos. El 8 de marzo es un recordatorio, no una celebración. Y este año, el 9 de marzo, busca hacer el recordatorio más grande, más fuerte, más impactante y con mayor estruendo… #undiasinnosotras.

Hoy, los invito a hacer reflexión. A qué tratemos de entender la naturaleza del movimiento, a ser empáticos, a racionalizar por qué es importante la existencia de este día, por qué necesitamos justicia y equidad, por qué, la vida sin mujeres, es una vida vacía.

Hoy mis líneas las dedico a aquellas mujeres que fueron calladas y que ya no pueden escribir más, que su recuerdo no sea una estadística más, sino una causa para buscar una mejor sociedad.