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Lamentable lo acontecido hace algunos días a los pobladores del municipio de Tlahuelilpan, Hidalgo, quienes decidieron participar en una ordeña al ducto que se encuentra en ese poblado y tan solo dos horas después de que la gente se concentró a tomar con bidones y cubetas la gasolina devino en una trágica, dolorosa y sorpresiva, llamarada que lesionó y calcinó a las personas que se encontraban en el lugar.
Según datos aportados por reportes oficiales después de realizar los peritajes correspondientes las cifras datan hasta el domingo 20 de enero aumentaron a 79 muertos y 81 heridos diagnosticados con graves quemaduras.
La pérdida de vidas, la tragedia per se no fue suficiente para apagar las llamas de burla e ironía que surgieron o para otros significó simplemente mantenerse en ese límite acordonado que delimita la ética, el bien y el mal. Tal vez el pueblo en todo no sea bueno sino ignorante, tal vez el pueblo quiera todo sin mucho esfuerzo para sacar ventaja de ello o simplemente son víctimas también de la falta de educación, oportunidades, víctimas de desigualdad económica, pobreza y violencia.
De algo sí tenemos certeza en la zona de ese ducto se puede considerar como marginada, la característica y situación de pobreza pone a prueba la rigidez ética de alta expectativa social. También reconocer que esa zona es de riesgo y todo para que el preciado combustible llegue a las ciudades.
En esta tragedia debe reconocerse que los acciones del Gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador han sido dignas de reconocer, se ha comportado a la altura de su cargo y responsabilidad ya que hizo acto de presencia en la noche en el lugar de los hechos así como posteriormente realizó como tiene por costumbre su conferencia matutina es decir ha habido comunicación clara para informarnos con veracidad.
Lamento mucho la grave situación que se padece en Tlahuelilpan por la explosión de un ducto. Estoy en Aguascalientes y, desde que el director de Pemex y el secretario de Defensa me informaron, di instrucciones para que se controle el fuego y se atienda a las víctimas.
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) 19 de enero de 2019
La interrogante que se mantiene en la conciencia de las y los mexicanos es si esa tragedia se pudo haber prevenido y evitado, pues el pasado 12 de enero se registró una concentración de personas en el ducto de Acambay en el Estado de México.
Sin duda una acción que expuso como la gente es capaz de arriesgar su vida por conseguir un poco de combustible y que tal si se hubiera tomado con mayor seriedad al organizar una estrategia, un plan de contingencia para evitar la concentración de personas en los ductos ¿Se hubiera evitado la tragedia de Hidalgo? ¿Quién o quiénes perforaron el ducto para incentivar la ordeña? Hay mucho por investigar.

Como sociedad deberíamos comprender la diferencia entre los vínculos políticos y la tragedia humana ya que la actitud de algunas personas al burlase de las víctimas de lo ocurrido dejo también relucir la “pobreza humana en sentido mental a la que vivimos como comunidad. Respeto, a las víctimas y castigo al delito es la opinión que nos merece.