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Llegué al Aeropuerto Internacional Logan de Boston para tomar un avión rumbo a Detroit y todo parecía normal. Acudí a las máquinas de autoservicio de Delta Airlines, pagué la maleta extra y obtuve el pase de abordar. Después de ello me formé en la fila para depositar mi equipaje, en la que fui atendido con mucha amabilidad. Crucé los filtros de seguridad y esperé pacientemente la salida del vuelo. Nunca imaginé que Delta había recopilado información biométrica durante ese proceso. No hubo ningún aviso o advertencia legal que me permitiera saber que los datos de mi vuelo, pasaporte, destino y la imagen de mi rostro habían sido capturados en un sistema que permite identificar a una persona dentro de los aeropuertos mediante reconocimiento facial.

Fuente: news.delta.com

Cuando llegó la hora de dejar Detroit, al llegar a la sala de embarque, el personal de Delta/Aeromexico me pidió fijar la vista en una cámara, la cual, en cuestión de dos segundos, identificó mis rasgos, obtuvo mi nombre, los datos de mi vuelo y del asiento que tenía asignado en el avión. La máquina imprimió un comprobante con esa información y me dieron la bienvenida. Estaba asombrado por lo que había sucedido y de inmediato pregunté al personal de Aeromexico al interior del avión, cómo habían conseguido mis datos biométricos; no obtuve una respuesta.

Desde finales del año pasado, Delta ha implementado en algunas terminales de los aeropuertos de Atlanta y Detroit, una plataforma de identificación o reconocimiento facial (facial recognition), la que se supone debe ser opcional, y que permite que la aerolínea identifique, sin necesidad de pasaporte o pases de abordar, a una persona al cruzar los diferentes puntos de control en la terminal aérea. Esta plataforma también es utilizada en los vuelos de sus socios comerciales, entre los cuales está Aeromexico. American Airlines también ha implementado esta tecnología en el aeropuerto de Los Ángeles y se prevé que para el año 2021, los 20 aeropuertos más grandes de Estados Unidos contarán con este sistema.

Fuente: news.delta.com

De acuerdo con Delta, las ventajas son, entre otras, un ahorro del tiempo (hasta nueve minutos) que el pasajero destina al abordaje, así como la disminución del estrés provocado por esos procedimientos, pero lo que no están diciendo es que la tecnología de reconocimiento facial en los aeropuertos está en línea con la Orden Ejecutiva emitida por el presidente Donald Trump, el 6 de marzo de 2017, que se denomina Protecting the Nation from foreign terrorist entry into the United States, la cual es un instrumento de seguridad nacional que ordena la implementación de un sistema biométrico de seguimiento de viajeros en sus entradas y salidas a/de los Estados Unidos, con el objetivo de prevenir la internación de terroristas, el cual está a cargo del departamento de Homeland Security (DHS). Por ello, de acuerdo con la página de Delta Airlines, las imágenes del rostro de cada persona son compartidas entre la aerolínea y las agencias denominadas Transportation Security Administración (TSA) y U.S. Customs and Border Protection (CBP), es decir, con las autoridades encargadas de la seguridad de los aeropuertos y la autoridad migratoria y de aduanas. Puede ser (o es –no lo sabemos-) un mecanismo de control migratorio y de seguridad.

El reconocimiento facial permitirá en el futuro, en conjunto con otros mecanismos de vigilancia, como el GPS, los reportes bancarios, la información producida en redes sociales e internet, incrementar el control que las autoridades pueden ejercer sobre los ciudadanos, al más puro estilo de la sociedad orwelliana. Y si en Estados Unidos no existen controles legales aún al respecto, en México estamos aún más atrasados. No creo que tengamos que oponernos al avance de la tecnología, pero sí debería existir regulación legal que exija autorización expresa para el uso de esta información por un ente privado, como Delta Airlines o, en mi caso, Aeromexico. Sin duda esto debe ser un reto para nuestro Congreso de la Unión, pues si Aeromexico ya utiliza este sistema (aunque sea solo en sus vuelos desde Estados Unidos), el uso de la información de sus usuarios y su consentimiento debe tener límites legales claros y asegurar que no se genere algún riesgo.