Twitter: @AlfiePingtajo
I
La vida nos da muchas casas y muchas familias.
La primera familia es la sanguínea, a la que uno le debe tanto y al mismo tiempo se le debe tomar la sana distancia para desarrollarse como individuo.
La segunda familia es la que uno va conformando a lo largo de la vida: los amigos, esos que logran sostenerte en instantes impensables y son capaces de arrancarte una sonrisa en el momento más necesario.
La tercera familia es, quizá, la más volátil y es la que uno logra construir en los lugares en los que se llega a laboral; la más complicada de consolidar y sostener e inclusive, me atrevo a afirmar, la más necesaria pues muchas veces el éxito en el trabajo dependerá del tipo de relaciones que se construyan con los compañeros.
Ver esta publicación en Instagram
II
Muchas personas me han preguntado cómo logro sobrevivir a la carga laboral, a la grilla cultural (que en el ámbito gubernamental abunda) y a la casi inexistencia de vida propia.
Desarrollarme laboralmente en cultura me resulta sencillo, pues se ha convertido en un sentido y estilo de vida. No me imagino sin un buen libro, sin la asistencia a una exposición o una agradable puesta en escena. Si de por sí es algo que voy a hacer sí o sí, no me cuesta nada dedicar mi vida a ser parte de la logística y creación de dichos eventos.
Ver la satisfacción del espectador o consumidor cultural al ver una buena obra de teatro o una pintura que jamás pensó tener de frente son los grandes pagos, los que hacen que salir de la cama todos los días tenga sentido.
Ser testigo de la energía, amor y creatividad que un artista pone para entregarle al posible espectador/lector una obra de arte, hacen que hasta el más hereje encuentre algo de divinidad.
Mi primera casa fue la literatura, ahí di mis primeros pasos y en el comedor llegué a compartir en pan y la sal con bellas personas como: Sergio Pitol, Guillermo Samperio, Pedro Ángel Palou, Ignacio Padilla, Jorge Volpi, Xavier Velasco, Cristina Rivera Garza, Eduardo Antonio Parra, Ximena Sánchez Echenique, Valeria Luiselli, Álvaro Enrigue, Vivian Abenshushan, Luigi Amara, Alí Calderón, María Baranda, Luis Humberto Crosthwaite, Pedro J. Fernández, Leda Rendón, Ingrid Valencia, Gilma Luque, Andrea Muriel, Aurelia Cortés Peyrón; entre otras más.
Mi segunda casa ha sido el teatro y en sí las diversas artes escénicas, todas ellas no sólo me han otorgado una manera distinta de ver la vida, me han regalado más motivos para no abandonar el barco y afrontar las tormentas que muy seguido atacan a mi pequeña isla.
Si la literatura me otorgó un pasaporte para viajar sin necesidad de tomar un avión, el teatro me ha ayudado a desnudar y comprender cada uno de los demonios que me definen y conforman.
El teatro se ha convertido en más que en una casa, es una patria poblada de espejos. Espejos que han sido creados por personas tan talentosas como David Olguín, Luis de Tavira, Conchi León, Bárbara Colio, Rodolfo Guillén, Xavier Villanova, Antonio Zúñiga, José Alberto Gallardo, Adrián Vázquez, Alejandra Reyes, Sara Pinet, Alejandro Ricaño, Ana Lucía Ramírez, Lucía Gómez-Robledo, Jessica Sandoval, Stephanie García, Ro Banda, Enrique Singer, Miguel Ángel Gutiérrez, Claudia Ríos y cuyos reflejos han sido personificados por Ana González Bello, Claudia Ramírez, Hamlet Ramírez, Myrna Moguel, Dulce María, Cecilia Ramírez Romo, Paulina Treviño, Ana Isabel Esqueira, Patricia Estrada, Karina Eguía, Marianna Burelli, Norma Angélica, Rocío Verdejo, Mauricio Isaac, Juan Ríos, Sophie Gómez, Hernán Mendoza, Leonardo Ortizgris, Rob Cavazos, Héctor Berzunza, José Ramón Berganza, Verónica Bravo, Mago Lozano, Leonora Cohen y tantos más que me han arrancado un sinfín de lágrimas y sonrisas.
III
Mi tercera casa es la más efímera: el estadio Cuauhtémoc, donde habita el Puebla de la Franja.
Ahí cada quince día mi esperanza y mi amor dependen de once personas. A veces me hacen feliz, otras me generan pura tristeza.
Hoy más que nunca, estoy convencido que nunca abandonaré ninguna de esas casas.
Y usted, querido lector ¿cuántas familias y casas tiene?