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En una de sus expresiones más populares, el presidente calificó la situación de la oposición como una derrota moral. Si bien no lo señaló explícitamente, la expresión denota una superioridad moral que a su parecer le dotó de legitimidad en las urnas y en el gobierno, y que lo faculta para interpretar y dar voz al “pueblo”.

Vale la pena hacer un recuento de algunas de las acciones de quien hoy se perfila como el líder no sólo constitucional, sino moral del país:

  • Culpa a la industria farmacéutica de ser una industria corrupta y del desabasto de medicinas por imponer costos abusivos, pero nombró en su círculo cercano de coordinadores estatales a Carlos Lomelí, quien junto con sus familiares y colaboradores, posee empresas que han recibido más de 164 millones de pesos en contratos de la actual administración, en licitaciones en las que participan varias de ellas aunque pertenecen al mismo consorcio. Si bien se inició una de las famosas investigaciones de Irma Eréndira Sandoval en la Secretaría de la Función Pública y se impuso una presunta inhabilitación, en diciembre de 2019 una de estas empresas del coordinador ganó contratos por hasta 128.6 millones de pesos.
  • Ha señalado que nadie más que él ha combatido la corrupción, a pesar de que México es uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo, y 131 de ellos han pagado con su vida la denuncia pública.
  • Defiende a capa y espada a Manuel Bartlett, quien durante 50 años de únicamente ostentar puestos en el sector público goza de una fortuna reconocida en su declaración patrimonial por 51 millones de pesos e ingresos mensuales por 11 millones de pesos al año, dos edificios, tres locales y dos terrenos. Ese patrimonio sería suficiente para levantar cejas de sospecha, pero el presidente y su secretaria de la función pública señalaron que ni esos bienes ni la docena de propiedades en zonas de lujo a nombre de sus allegados merecen una investigación seria y mucho menos destitución o castigo. No faltará quien diga que estos castigos no están en manos del presidente. Invito a estos debatientes que presenten sus observaciones a las defensas del ministro Medina Mora y a Rosario Robles.
  • En medio del fenómeno de migración tumultuaria, invitó a los migrantes a venir a México y ofreció una política de puertas abiertas, visas de tránsito y trabajos para que no tuvieran que ir a Estados Unidos. Un año después, con una economía estancada y perspectivas casi nulas de crecimiento, envía a la Guardia Nacional a detener a los migrantes mediante el uso de la fuerza, limita los recursos para el Instituto Nacional de Migración y una red de refugios de por sí insuficiente que no cumple con los mínimos requisitos de salubridad y seguridad para las personas a quienes privan de su libertad en ellos, e impide el acceso a organizaciones de la sociedad civil que les brindan su apoyo.
  • Ha desmentido las denuncias de las familias de niños con cáncer, quienes al utilizar medios para denunciar las carencias en sus tratamientos le han ganado a ellos y a los periodistas diatribas del presidente y sus seguidores.
  • No sólo se rehusó a reunirse con la caravana de víctimas encabezada por Javier Sicilia y Julián Lebarón, sino también rehusó condenar a los grupos quienes los atacaron a su llegada al zócalo, señalando que “se respeta a todos los que se manifiestan”. 

Termino el recuento por motivos de espacio, pues hay una larga lista de eventos acumulados a lo largo de un solo año. Los invito a reflexionar: si así actúa el actor político más moral del país, ¿no creen que es momento de preocuparnos por la derrota moral del sistema político mexicano?