Twitter: @HadaCosquillas
Viernes Santo, el día en donde comienza nuestra culpa, día en que según la historia de la iglesia se conmemora la muerte de Jesús de Nazaret, día en que vivió su pasión y se dio fin a su juicio decidiendo hacerle juicio político ya que Poncio Pilatos no quiso hacerse responsable de tal asesinato. Por lo cual, Jesús es crucificado. Y es aquí donde surge la interpretación católica de que en ese momento Jesús con su muerte expiato a la sociedad, nos liberó de culpas y por ello, desde que existimos, desde el primer grito fuera del vientre materno nos acuñan una deuda existencial la cual terminamos pagando en suma cara.
Es justo esta precomprensión que nos trasmiten por generaciones y que nos hace sentir culpa de modo inconsciente y consciente de todo.

Por ello, nos cuesta tanto trabajo concebir la felicidad en nuestras vidas porque nos han hecho creer que para ser feliz hay que sufrir. Con ese idealismo platónico que se permea en la filosofía cristiana, es como nos trasmiten también la idea de que la felicidad está en el otro mundo, en el más allá y que por lo tanto, aquí en la tierra se viene a sufrir pues de lo que va el juego de la vida, es de juntar méritos para ganarse el cielo.
Toda una ficción que lo único que ha hecho es dañarnos bastante la autoestima, la falta de credibilidad en nosotros mismos y por tanto, la posibilidad de concebirnos felices en este mundo.
Y aunque no se profese la fe católica, esta idiosincrasia ha permeado hasta a los ateos porque no es cuestión de fe sino cultural. Simplemente el juego de lenguaje que utilizamos es tan servil, que sin darnos cuenta, estamos replicando este pensamiento del no merecimiento. En Latinoamérica se ve más claro este servilismo y sí, tiene mucho que ver el tema de las conquistas pues estamos en un continente muy vejado por el viejo continente, desde ahí, es de donde viene toda esta comprensión del mundo.
Pero ¿qué hacer ante esto? Cierto es, que no es tan fácil cambiar una estructura de pensamiento tan permeada por generaciones, y que ya tenemos patrones de pensamientos que replicamos de modo inconsciente los cuales nos llevan a tener hábitos de pensamientos que no nos permiten concebir la felicidad como parte de nuestra vida y entonces comenzamos a pensar que la felicidad es algo ajeno, alejado o efímero.
Sin embargo, la filosofía desde hace años nos dice que no es así y hoy junto con la ciencia, sí, has leído bien; la ciencia y la filosofía hoy por hoy, nos están demostrando que toda esa estructura mental la podemos cambiar de modo radical y que podemos liberarnos de la esclavitud mental y cultural que nos han impuesto. La ciencia hoy nos habla de la neuroplasticidad esta capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar como resultado de la conducta y la experiencia. A través de un cambio de mentalidad es posible que nos deshagamos de la culpa tan permeada en nuestro ser y podamos comprender al mundo desde ora perspectiva. Como dijo Marco Aurelio:
“De la calidad de nuestros pensamientos depende la calidad de nuestras vidas”.
Y está comprobado que el cerebro tiende más a tener pensamientos aflictivos pero esto deviene precisamente de la cultura tan permeada en la cual, nos inculcaron que no debemos ser felices porque aquí en este mundo se trata de padecer. Es por ello que hoy quiero darte la gran noticia de que todo eso es falaz y que de verdad podemos a cualquier edad comenzar a…
Entrenar nuestro cerebro para poder tener una mente equilibrada que nos genere bienestar y por ende, felicidad.
Respeto la fe y las creencias de las personas pero considero que es indispensable replantearse algunas cosas y resignificar otras. Porque lo que es una realidad es que este es el mundo que nos consta que existe y que la vida es aquí y ahora y si te la pasas juntando méritos para otra vida en quién sabe dónde puedes correr el riesgo de nunca haber existido, piénsalo.