El volcán Etna entró erupción en las vísperas de Navidad. Un día después, durante la madrugada, su rugido provocó un terremoto de magnitud 4.8 en la isla de Sicilia, que culminó con una serie de derrumbes en la provincia de Catania: el día de mañana, según el diario El País, el Gobierno declarará el estado de emergencia.
No se reportó ninguna muerte, pero al menos 28 personas resultaron heridas. Decenas de edificios sufrieron daños. Y mientras unas 10 familias del municipio de Aci Platani fueron evacuadas debido a la apertura de una falla cercana al territorio, cerca de 300 familias se han refugiado en hoteles cercanos a sus casas.
De acuerdo con vulcanólogos citados por El País, era de esperarse que en algún momento Etna hiciera erupción. “El Etna a menudo es así”, indicó el vulcanólogo Andrea Billi, quien además, pronosticó que la erupción y los sismos posiblemente continúen durante los próximos días. Sin embargo, según la vulcanóloga del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología,
Francesca Bianco, que el Etna no es precisamente un volcán de capacidades destructivas. Sus características son, dijo, “extremadamente limitadas”.





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